NO PUEDO APARTAR MIS OJOS DE TI

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Existen muchas bondades de vivir en la montaña, el canto de las aves al despertar, voltear en cualquier dirección y ver árboles al rededor, pero la cercanía no era una de ellas, el parque de diversiones nos quedaba bastante lejos. Tomamos una autopista para descender a la civilización. El sol matinal nos seguía con su calidez por todo el descenso, conduje el Mazda del señor Harada con precaución hasta integrarnos en al característico embotellamiento de las grandes ciudades.

Cada que tenía oportunidad observaba a Yuuki, cantó durante todo el camino, ni siquiera me importó que tomara control absoluto de la música. Escuchaba un grupo llamado Newjeans, y cada que cerraba los ojos para hacer la mímica de alcanzar una nota alta observaba la forma de sus labios, el brillo del labial color durazno, en un instante la calma abandonaba mi cuerpo y el nerviosismo tras el volante regresaba.

Al manejar por las calles de la ciudad, encontré fisgones en algunas esquinas que veían al interior del automóvil dos hermosas mujeres, un auto del año, quizás era el sueño de aquellos mirones sin saber que se trataba de un auto prestado y mi hermano al interior.

Llegamos quince minutos antes de la cita, estacionamos el automóvil cerca de la entrada, a pesar de ser sábado había poca gente. Mustang nos esperaba en la entrada principal. Se veía nervioso, vestía una sudadera negra, jeans y botas. Parecía ocultar algo con la mano izquierda, con la derecha sujetaba el celular. Nos encontramos con el sin que se percatara de nuestra presencia.

— ¡Ah! ¡Buenos días!  Respondió Mustang sorprendido.

— ¡Holi! Llevas mucho tiempo esperando. Maruko tomó la iniciativa de la conversación.

— Acabo de Llegar, lo prometo.

Mustang mostró lo que escondía, una rosa.

— Por cierto, esto es para ti.

La mirada de Maruko se iluminó, esbozó una sonrisa que guardaba cuando salían las mejores cartas en los sobres de yu gi oh...

— ¿Qué hay? Interrumpí con recelo.

— ¡Ah! Yuji, Yuuki ¡Hola!

— ¡Hola! !Qué bonita rosa Maru chan! — comentó Yuuki dirigiéndose a Maruko.

— Sí, ¿verdad? Muchas gracias, no era necesario.

— Por lo que veo eres el único caballero aquí Mustang. La mirada de Yuuki se clavaba en mi ser como escarpias al rojo vivo. Caminé a la taquilla sin mirar  sintiendo un escalofrío recorriendo mi espina como un animal indefenso rodeado por lobos.

— ¡Espéranos hermano! 

— ¡Yuji! acaso  ¿Piensas huir?— Gritó Yuuki.

Aceleré el paso, mi corazón volvió a golpear duramente contra mi caja toráxica, sin pensarlo pagué las entradas. Entramos al parque de diversiones, Maruko, Yuuki, y Mustang se encontraban a mi espalda. Me sentí abrumado por las emociones, se sentían reales por primera vez. Todo daba vueltas en mi cabeza en cuestión de segundos perdía la cabeza sin previo aviso, esta experiencia nueva era totalmente diferente, a pesar de sentir una emoción similar al ver una maid, esto era diferente,  se sentía como una tarta en su punto.

Detuve el paso para observar a Yuuki a la distancia, como una fotografía recién revelada se mostraban los colores más nítidos a rayo de sol.  Yuuki con el brillo del rocío en la mirada me observaba de regreso, sus mejillas cedían ante el sonrojo, en el pecho sentía el latir acelerándose, pero a la vez el tiempo parecía detenerse, intentaba encontrar en los ojos de Yuuki un mapa de una tierra perdida, o la respuesta al acertijo de mis emociones, tan solo pude  mirar aquella escena  como una postal que conservaré hasta el día de mi muerte.

Mi hermano es un femboyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora