Desaparecida

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Volví a lo que se suponía era mi "casa"
Sentí la presencia de alguien más cuando llegué a la habitación.

Mi hermana.

Sonreí cuando la vi, pronto me di cuenta de que no estaba sola, estaba con su presa, quien estaba atada de pies a cabeza. Era una joven, aquella que habían anunciado hace unos días como desaparecida, llamada Kate.

Estaba inconsciente, aún no tenía ningún golpe ni rasguño, por ahora.

—Oh, ahí estás—habló mi hermana al notarme.

—¿Te diviertes?—respondí señalando a su presa.

—Sí—sonríe—. Aunque estos días solo he estado interrogándola, quiero hacer algo grande, pero aún no. Debo hacer que confiese.

—¿Qué tienes pensado?

—Voy a sacarle el corazón, pero eso será hasta el día del ritual—sus ojos brillaban con lujuria mientras soltaba cada palabra.

—Muy creativa, eh—bromeé.

—Ya deberías estar acostumbrado, ¿cuándo vas a traerla?

Me tensé y el silencio abundó en la habitación.

No quería hacerlo, traer a una inocente y hacerle daño, sabía que era mi deber, mi instinto, o al menos eso me decían.

Ella lo notó y volvió a hablar:

—Sé que es difícil para ti, te entiendo, pero es la única manera en la que podemos sobrevivir, sé que no eres como todos, que no puedo comprenderte al cien por ciento, pero quiero que sepas que no voy a presionarte y voy a defenderte siempre—habló suave, mientras se acercaba y me acariciaba el hombro de manera maternal.

De todos aquí, ella era la única que me entendía, que me hacía sentir bien.
Habíamos crecido juntos, era tan solo dos años mayor que yo, por lo que, cuando llegué aquí, ella me cuidaba.
Porque aunque éramos bebés, no éramos lo mismo, tenían que acostumbrarme a este mundo, a esta realidad.

—Es patético evitar que esto pase, de todos modos, es lo que debemos hacer, ¿no?

Ella asintió sonriéndome.

Kat
Lunes 15 de octubre. 8:00 p.m

Tania estaba desaparecida.
Desde lo que había pasado con su hermano no habíamos sabido nada de ella. Lo cual era extraño porque Tania era de ese tipo de persona que publicaba cada cosa que hacía en sus redes sociales cada cinco minutos. Aunque luego de la pérdida de Ethan, se supuso que lo más lógico era que estuviese deprimida.

Literalmente acababa de perder a su hermano.

—No me lo creo..—Dalia me miró mientras posaba su mano en su cien.

—Ellos fueron, los del espejo, es la única explicación—asumí—. En Asville nunca ha pasado algo similar hasta ahora.

Debía volver, había entrado varias veces, no estaba tan ajena al lugar y ya no me daba miedo, y aunque así lo fuera, volveré, porque mi vida estaba en juego y no iba a permitir que me usaran para su juego de cazador y presa.

Porque si yo estaba dentro del juego, también tenía el poder de terminarlo.

Más noche, me fui a casa, mi madre llegó hasta tarde y apenas cenamos porque pronto se fue a dormir. Aún no notaba ningún efecto secundario tras mi intento improvisado de sedarla.

Ax

Martes 16 de Octubre.

—Es muy bonita, ¿no crees?—sonreí al ver el gran bufé que tenía al frente, mi presa. Estaba en una jaula que había elegido exclusivamente para ella. Vi que aunque estaba un poco fuera de sí, temblaba del frío como un pequeño ratón en la intemperie.

A Través Del Espejo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora