Apariencia

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Tania
Jueves 11 de octubre.
Día de la muerte de Ethan.

5:00 p.m
El estruendo de la puerta me hizo brincar de la cama, supe que era Ethan, él era el único que tiraba la puerta de esa manera.

Me acurruqué en mi cama, había estado algo enferma, no quería levantarme. Mucho menos para verle la cara a Ethan.

—¿Por qué la comida no está hecha?—El reclamo de su voz me hizo voltear hacía la puerta.

Tenía un ojo morado y la nariz también, junto con algunos otros golpes en sus brazos.

—No la hice, no me siento bien—respondí volviendo a acurrucarme.

Pude ver que estaba enfurecido, tenía la mirada nublada y estaba tenso.

¿En qué mierda se habrá metido ahora?

—No me importa, levántate y hazla—ordenó.

—No quiero—estaba demasiado cansada. Todo el tiempo debía hacerle todo, porque mis padres nos acostumbraron a que las mujeres debían obedecer al hombre, ser sumisas y cumplir sus deseos. Yo estaba en contra de eso, pero Ethan no.

Todo el tiempo en casa era "Tania, haz esto"
"Tania, haz lo otro" "Tania, prepara esto" "Tania, prepara lo otro"
Todos los días la misma mierda.

—Levántate. Ahora. No estoy de humor y si no quieres que me desquite contigo, haz lo que te digo—su impaciencia le sobresalía por los poros.

Algo irritada, me levanté y fui a preparar la comida, para rato después servírsela y poder volverme a acostar. Sabía que si no lo hacía, me esperaban unos buenos golpes que tendría que cubrir con maquillaje al día siguiente, acompañado de una bonita sonrisa.

Ya había pasado un rato y eran casi las diez de la noche, Ethan había salido con sus amigos por lo que podía estar tranquila. Envuelta en una montaña de cobijas, logré dormirme. Porque cuando dormía era el único momento en el que podía estar tranquila dentro de casa, fuera de los insultos o maltratos de Ethan, y así también, podía evitar la ausencia de mis padres, que solían trabajar casi todo el día.

12:45 p.m

Corría en un campo de amapolas, mis flores favoritas, me sentía libre y segura, sin miedo, era yo misma. Podía ser yo misma sin tener que fingir..ocultarme. Era feliz. De pronto, tropecé y caí sobre el montón de florecillas, vi como de pronto, una de ellas rozaba mi pierna, sentí un calor inmenso recorrerme, después sentí el mismo calor en mi cuello, extrañada, miré a mi alrededor, el campo de amapolas había desaparecido, ahora era un campo desolado a punto de inundarse por una tormenta. Poco a poco sentí un peso sobre mi, enormes ramas empezaban a adherirse a mi cuerpo, hasta hacerme sangrar, me costaba respirar. Escuché unos murmuros en mi oído cuando..

Ethan...—desperté agitada. De inmediato me di cuenta de lo siguiente. Ethan, mi hermano adoptivo, estaba sobre mi, tocándome.

—Ethan..estás tomado,¡Ethan!—lo llamé tratando de quitármelo de encima. Pero estaba demasiado borracho y era demasiado fuerte como para que yo pudiera detenerlo.

Mis nervios estallaron mientras sus manos se paseaban por mi piel, me quejaba y forcejeaba pero era imposible.

—Cállate...cállate y déjame—sus manos caminaban dentro de mi pijama. No entendía..no podía..me retorcía pero no podía quitarlo de encima.

Todo este tiempo había temido esto, el que Ethan me tocará. Lo había intentado varias veces cuando estaba ebrio, cuando estaba enojado o irritado, pero se detenía. Hoy no lo hizo.

A Través Del Espejo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora