Huye

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Dalia
Miércoles 17 de octubre.

—Quiero protegerla, y a ti también—aclaró levantándose del sofá.

—¿Y crees que soy tan tonta para creerte?—no pensaba soltar el arma.

—No, por eso no estoy mintiéndote, si quisiera hacerles daño podía haberlo hecho desde el día en que se subieron a mi auto para ir al psiquiátrico. Pude llevarlas al bosque y matarlas ahí mismo, pero no lo hice, ¿captas a lo que voy?

Tenía razón, pudo haberlo hecho. Podría hacerlo, podría matarme en este mismo instante, quitarme el arma y hacerme polvo en dos segundos probablemente.

Bajé el arma y me acerqué, ambos éramos casi del mismo tamaño, aunque él me ganara por unos centímetros, eso no iba a intimidarme. Me acerqué lo suficiente como para que mis palabras se quedaran clavadas en su cabeza como las balas que pensaba lanzarle hace unos segundos.

—Ni creas que confío en ti, voy a estar vigilándote y al más mínimo movimiento extraño te aseguro que no volverás a ver la luz, no me conoces en absoluto y no tienes idea de lo que sería capaz de hacer por proteger a mi amiga—las palabras me salían con facilidad, llenas de ira y enojo.

Ninguno diría nada más, pues sabía que Kat confiaría en Adam por el efecto que él tiene sobre ella y que es inevitable. Pero ese efecto no lo tenía sobre mí.

En cualquier momento en que viera algo extraño, lo que sea. Rezaría por Adam para que yo misma tenga piedad de él.
Puede que al principio no dudara, pero en este tipo de situaciones, cualquiera podría ser el culpable, el traidor.

.....

—He perdido el libro—menciona Kat, sentada en la orilla de mi cama.

—¿No se lo habrá llevado alguien?—inquiero y mis ojos se posan en Adam en forma de amenaza.

A como lo tenga este hijo de puta, soy capaz de dispararle de pies a cabeza por mentiroso.
No es tonto, por lo que se dio cuenta de qué pensaba en cuanto lo vi.

—Puede que uno de ellos lo tenga—respondió.

Claro, porque tu seguro que lo tienes.

Y como si tal a Kat se le hubiese encendido el bombillo de las ideas, habló:

—Debo volver.

—Estás loca—solté el puño de fotos de Tania que había acabado de imprimir, las cuales teníamos pensado salir a colgar por todas partes para ayudar a su familia a encontrarla.

—No lo estoy, y no solo es el libro. Creo que ellos tienen a Tania.

—Adam, ¿tú qué crees?—Me dirigí a él. Seguro que si ellos la tenían, Adam debía saber algo.

—La probabilidad nunca es cero—dijo encogiéndose de hombros.

De verdad que no entendía como podía actuar como si nada pasara.

Kat
Miércoles 17 de octubre.

Me voy a morir del frío. La temperatura de Asville estaba cada vez más baja.
Luego de ir a casa Dalia para poder llenar medio pueblo con fotos de Tania ofreciendo dinero por su rescate. Adam y yo caminábamos rumbo al portal a eso de las cinco de la tarde.
Todavía cuando la claridad del día iluminaba el bosque.

Adam, mi amiga y yo pensamos en aquello que pudo habernos hecho falta de investigar sobre lo del mentado portal.
Cuando indagamos sobre algunas de las desapariciones que habían pasado en Asville, nos dimos cuenta de que en realidad eran muchísimas y que los noticieros no hablaban de ello. En estas también recuerdo ver algunas fotos de los desaparecidos. Muchas de esas caras eran de gente que había visto en el portal. Pero no solo eso, todos ellos, sin excepción alguna, tenían algún antecedente de crimen o multas por infringir la ley.

A Través Del Espejo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora