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Severus Snape se hallaba confundido, echó a Harry del lugar luego de haber visto todo un desenlace caótico referido a la lucha con el innombrable, no sabía si el muchacho había visto lo mismo que él, pero intuía que sí. Si todo lo que había visto era el futuro (y de hecho concordaba) significaba que no tendría tiempo de muchas cosas y que debía prepararse para todo lo que venía, debía decirle la verdad a Potter antes de que fuera demasiado tarde, quizás incluso así prevenir la muerte del director aunque, él sabía que éste estaba muriendo lento debido a una maldición y que posiblemente le quedaba tan solo un año de vida, quería que muriera de manera natural, le debía al menos eso. Había visto que al final de todo el de lentes destruía la varita de Sauco por completo, así que se le ocurrió destruirla antes, no perdería nada con intentar convencer a Dumbledore de ello, de hecho ya se lo había sugerido pero al ver que no respondió no estaba muy seguro de que lo haya escuchado, de todo lo que había visto había una cosa que le preocupaba más que todas las demás, incluso más que su muerte a manos de Voldemort y su serpiente Nagini, y eso que ocupaba su mente era el beso que se había visto a si mismo dándole a Harry Potter, y una extraña imagen De Lucius Malfoy entreverada en la escena que aún no podía entender ni descifrar.
Una semana había pasado de su última clase personal con el adolescente, habiéndole contado a Albus lo que había visto, éste comprendía perfectamente que Severus Snape no quisiera estar cerca de Harry por un tiempo, al menos hasta aclararse. Por su parte, Severus había hablado con Lucius al respecto de la visión, teniendo como garantía una charla que habían tenido hace un tiempo donde el Malfoy le había comentado su intención de escapar junto con su familia a pedido de su esposa, no se sentían capaces de proteger a Draco del señor tenebroso y de todo lo que vendría, habiéndole pedido así, ayuda a Severus quien poco podía hacer; considerando todos estos factores, el ex maestro de pociones sabía que el mortífago de cabello platinado no lo delataría ni traicionaría.

*Severus*
Lucius piensa que ésta es una carta a favor, que podríamos usarla en contra de 'él' para anticiparnos a sus ataques e incluso prevenirlos, también cree que debemos mantener más vigilado a Potter, extrañamente sin malas intenciones pero, es algo que en este momento no puedo hacer y dado que soy quien lo tiene más cerca de los dos me lo ha encargado. Le dije a Lucius lo del beso, para mí tranquilidad él ni siquiera lo ha visto desde mi punto de vista, más bien lo comparó con el beso de la muerte y me dijo que talvez, el señor tenebroso al darse cuenta de que no podrá destruir a Harry directamente, quiera encomendarme esa tarea a mí y que posiblemente eso sea lo que ví en la visión. Tiene un punto objetivo, debo reconocerlo; Lucius siempre fue mejor con el intelecto que con la magia en sí.
Potter ha estado buscándome estos días y no puedo evitar sentirme culpable, seguramente quiere respuestas pero no puedo dárselas ahora, por eso he estado evitándolo...
Me quedé en las mazmorras donde suelo estar y no me presenté a la clase de DCAO, el cual es mi puesto ahora, mientras me perdía entre libros buscando la forma de explicar lo que pasó con el hechizo Legerement y cómo poder repetirlo la puerta sonó, creyendo que era Draco murmuré un frío y tétrico "Adelante", pero quién cruzó el umbral no era él, sino...

-Con permiso, profesor.
-Potter, «lo miro con desprecio fingido» qué haces aquí?
-Necesitaba hablar con usted y por alguna razón no he podido encontrar el tiempo «dice con una expresión despierta» está usted evitándome? «arruga el entrecejo yendo directo al punto»
-Cómo se te ocurre, «lo perforo con la mirada sabiendo que eso lo incomoda» insinuar eso?
-No insinúo nada «me responde con la altanería típica de un potter»
-No me gusta ese tono.
-Qué tono!? «se exalta»
-Tome asiento señor Potter, ahora.

Con un gesto suave pero certero de mi varita cierro la puerta de un golpe y me paro frente al muchacho que ahora está sentado, pongo ambas manos a cada lado en los codos de su silla y lo miro con una cercanía que no me trae un buen recuerdo, junté el entrecejo maldiciendo por dentro y sus ojos se clavan en mi... igual que los de ella...

Las dos Caras de las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora