Capitulo 16: Al pie de la Montaña

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—Si, concuerdo

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—Si, concuerdo.

Llevó los dos palillos hacia su boca y masticó el pedazo de carne, estaba sentado cómodamente en uno de los pasillos que daban al exterior, disfrutaba del silencio y del almuerzo con su amigo Kumoniri. Estiró su brazo y la araña albina bajó por este desde su cuello, posándose en su muslo.

Continuó comiendo, haciendo uno que otro comentario, pero nada importante, le gustaba mucho el silencio y eso era algo que no se podía conseguir en la habitación donde se estaba recuperando.

—Mira ese arbusto, estoy seguro que puedes encontrar comida. —el albino señaló el arbusto que tenía a su costado, sorprendentemente la araña giró hacia allí y le hizo caso, se bajó de su muslo y no tardó en perderse entre todas esas hojas.

Rui solo observó cómo se iba y siguió comiendo, sabiendo que su araña regresaría en unos minutos.

—¿Cómo sabe la comida? ¿está en un buen punto? —la anciana de la finca se apareció a su lado, Rui ni siquiera se había dado cuenta de ello a pesar de estar atento, pero no reaccionó de manera exagerada.

—Si, señora, sabe bien. —fue su respuesta, seca pero educada. A él no le gustaba hablar mucho, aun así, sabía cómo tenía que tratar a sus mayores independientemente de su estado de humor. Rui se enderezó un poco y siguió comiendo en silencio, prestando atención a cualquier movimiento de la anciana o por si quería decirle algo más, no iba a mentir, se sentía un poco extraño al ser observado por ella.

—Me alegra escuchar eso, si quieres más no dudes en pedírmelo, joven. —la pequeña anciana solo mantenía su sonrisa y transmitía una extraña sensación de paz, se mantuvo ahí.

El albino solo hizo un sonido con la boca, asintiendo a sus peticiones, siguió comiendo bajo su atenta mirada. Él no quería ser grosero, para nada, pero la presencia de la señora lo incomodaba un poco.

—Me di cuenta de que te alejaste de tus compañeros, hace días te veo comiendo solo aquí. —la anciana se sentó a su lado. —¿Por qué?

Rui la miró de reojo, dejó los palillos en la pequeña mesa y terminó de masticar lo que tenía en la boca.

—Me gusta la paz, señora. —fue su respuesta, comenzó a acomodar los tazones y palillos encima del otro, para dejar todo ordenado ya que ya había terminado de comer.

—Oh, claro, es muy tranquilo poder comer en paz. —ella se rió suavemente, se podía notar la edad en su voz. —Aun así siento que no se compara a la sensación de poder comer algo en compañía de alguien más.

Él volteó a verla, apretando los labios para evitar decir algo en contra de ello, pero se podía notar la disconformidad en su mirada. Luego volteó a ver el arbusto donde su araña se había ido a meter para comer también.

Claro que no estaba solo.

Kumoniri ha estado con él desde hace años, luego de caer de un árbol siendo más pequeño de lo que es ahora y acompañándolo en todas las noches, estando presente en su recuperación, en su entrenamiento y en cada misión que tendría a partir de hoy, escondiéndose en su nuca y moviendo sus patas para demostrarle que está ahí. Nunca se ha ido, tampoco parece tener intenciones de dejarlo, están para el otro y siempre será así.

Siempre Juntos | AU Kimetsu No Yaiba | RoleSwapDonde viven las historias. Descúbrelo ahora