¿Y si Gyutaro y Ume hubieran sido los protagonistas?
Vivir en los barrios más bajos del Distrito Rojo ya determina tu futuro. Las mujeres más bellas a lo mejor y asciendan a buenas casas, pero incluso así su destino sigue siendo cruel.
Su madre nunc...
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—¡No quiero, mamá! —gritó Inosuke, pataleando en un intento desesperado por liberarse de las manos de su madre. Aunque sabía que su resistencia era inútil, no podía evitar intentarlo, como si con su fuerza de voluntad pudiera cambiar el destino inevitable de cada noche: un baño obligatorio.
La batalla habitual comenzaba con la resistencia inicial del pequeño, aferrándose al marco de la puerta con todas sus fuerzas, pero finalmente, después de una serie de maniobras y persuasiones por parte de su madre, terminaba siendo arrastrado hacia el baño, resignado, pero aun protestando.
Así era Inosuke Hashibira, el hijo de cinco años del matrimonio Hashibira.
"Yo sí tenía una familia... tenía una madre y un padre." pensó mientras observaba al hombre de espaldas. El golpe de recuerdos que tanto había anhelado recuperar finalmente pasaba frente a sus ojos, y sintió cómo el vacío que tanto había buscado llenar desaparecía. "Amaba sentirme protegido, estar en los brazos de mamá o papá, que ellos me cuidaran y defendieran... ¿Por qué me quitaron todo eso?" se preguntó con amargura, sintiendo una mezcla de tristeza y rabia crecer en su interior.
Y, como si hubiera sido una orden, la respuesta a su pregunta cruzó en su mente, materializada en recuerdos y sensaciones de aquella noche. Aquella noche en la que él y su madre esperaban la llegada de su padre, recién ascendido a Pilar y enfrentando misiones más largas y difíciles, lejos de casa. A pesar de ello, Kotoha e Inosuke se acostumbraron al cambio, siempre esperando despiertos la noche en la que sabían que Douma llegaría, para recibirlo con abrazos y sonrisas.
"Yo sabía que papá era fuerte, muy fuerte. Anhelaba ser como él cuando creciera. Era mi ídolo, mi figura a seguir. Quizás no nos pareciéramos en apariencia, pero mamá me decía que yo sería igual de fuerte que él en un futuro."
Estaban rodeados por la calidez de la finca de los Hashibira, esperando la llegada de Douma. El cuervo mensajero había anunciado que estaría allí antes del amanecer, y la emoción lo mantenía despierto, a pesar de la sugerencia de su madre de ir a dormir y mantener su horario habitual.
"... Estábamos jugando, habíamos llevado unos futones a la sala para descansar mientras papá llegaba. Y... y mamá, mamá escuchó a alguien, creo."
—¿Uh? Parece que papá llegó. —dijo Kotoha después de escuchar un golpe seco afuera de la finca. Se levantó del suelo, pero primero aseguró a su hijo en el futón por seguridad. Luego, caminó por el largo pasillo, un poco desconcertada al no escuchar la voz de su esposo como era habitual. Se asomó con cuidado por una ventana y vio la figura de espaldas de una muchacha, con lo que parecía un hermoso haori, similar al patrón de las alas de una mariposa.
—¿Es papá? —preguntó Inosuke, ansioso por levantarse e ir a recibirlo.
La preocupación se reflejó en el rostro de su madre al notar la presencia inesperada, no por miedo, sino porque era peligroso que una muchacha tan joven estuviera fuera de casa en la noche.
