Capítulo 4: Recuerdos amargos

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—¡Señor Rengoku! ¡este niño me ha robado! ¡y está amenazándome con esa arma! —apuntó con furia al chico, los hombres retrocedieron un poco, el señor Shinjuro sería capaz de controlar a ese niño

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—¡Señor Rengoku! ¡este niño me ha robado! ¡y está amenazándome con esa arma! —apuntó con furia al chico, los hombres retrocedieron un poco, el señor Shinjuro sería capaz de controlar a ese niño. Ellos sabían eso.

Gyutaro miró fijamente al hombre enfrente de él, esperando cualquier acción contra suya. Claro, el hombre no lo reconocería como el enviado de Douma, y lo más probable sea que creyera en las palabras de la señora.

Rengoku lo miró de pies a cabeza, como si lo analizará, luego paseo su mirada a la carretilla. Gyutaro se mostró más amenazante creyendo que iría por su hermana o intentaría quitársela.

Sin embargo, Shinjuro no dijo nada, pero sin cambiar su semblante se dirigió a la señora.

—¿Cuánto exactamente?

—¿Eh? —la señora no entendió.

—Qué cuánto fue lo que perdió. —repitió irritado.

Nadie esperaba dicha pregunta, los presentes miraron a la mujer esperando su respuesta.

—Me faltan dos billetes de cien yenes, Señor Rengoku. Yo los tenía cuando salí de mi hogar, cuando quise pagar toda esta mercadería ya no estaban en mi monedero, ¡estoy segura que este niño me lo— —antes de poder terminar, dos billetes de cien yenes estaban frente a ella siendo entregados por el señor. Todos, incluyendo a Gyutaro, quedaron sorprendidos por la acción, la señora confundida agarró los billetes sin procesar todo aún. —Gra—gracias, Señor Rengoku.

Éste murmuró algo inentendible, para después seguir caminando hacia adelante, pasando de largo de todos.

La tensión bajo, los hombres dieron por solucionado todo el tema, cada uno volvió a sus actividades haciendo como si nada hubiera pasado, la señora termino por pagarle al de la tienda por la mercancía.

Y Gyutaro, bueno, él no entendía que acababa de pasar. ¿Qué fue eso? ¿con que intenciones lo hizo? ¿por qué? ¿lo reconoció? Eran muchas preguntas, y tendría las respuestas solo si el señor Rengoku...

—Mierda. —se dio la vuelta esperando que el señor no se haya ido tan lejos, para su sorpresa y desgracia, el hombre estaba a cinco casas lejos. —No, no, no. —agarró el carro y a paso rápido, porque no iba a correr por obvias razones, fue tras el de llamativo cabello. En el camino casi choca con varias personas, era difícil pasar, se ganó uno que otro insulto por "no fijarse por donde iba", pero no podía importarle menos, si no se apuraba lo perdería de vista.

No sabe cuánto tiempo estuvo siguiéndolo, ¿unos diez minutos? La gente no lo hacía fácil, lo perdió de vista dos veces, pero lograba encontrarlo segundos después, ahora el camino estaba más despejado. ¿Se hubiera ahorrado seguirlo de esa forma si gritaba su nombre? Lo hizo, como cinco veces, pero el hombre ni siquiera se dio la vuelta.

Corrió un poco para llegar a su lado, estaba por decir algo, pero cerró la boca inmediatamente, ¿qué se supone que tendría que decir ahora? ¿se quejaba o era directo?

Siempre Juntos | AU Kimetsu No Yaiba | RoleSwapDonde viven las historias. Descúbrelo ahora