Tinto

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Me vi atrapado entre la indecisión, bajar y renunciar a conseguir lo que quería o seguir subiendo para probar suerte, si esa nube estaba allí para hacerme titubear o en realidad el pico estaba más alto, no tenía mucha fuerza para seguir y ya estaba sediento, la bruma no me dejaba ver, el frio me estaba entumeciendo los músculos, el dolor me dificultaba concentrarme en la mejor decisión posible, tenía las manos cubiertas de cayos si es que ya no estaban sangrando, me vi obligado a ingerir una barrita energética y un poco de agua para recuperar algo de fuerza, el dulce sabor de la fresa con las hojuelas me trajeron de regreso, seguí subiendo sin detenerme, a mano limpia puesto que no quería afectar la roca con el pico y se desprendiera, las suelas de mis zapatos ya casi se habían consumido por completo, sacudí mi cabeza librándola de las dudas y calmándome con la idea de que, si al cruzar esa nube no estaba la cumbre, podría usar el rapel para bajar y seguir con vida, me sostuve de mi meta, con mi voluntad y mi deseo de sobrevivir al conseguir mis aspiraciones ayudándome a sostenerme de cada desperfecto de roca que pudiera usar para continua mi camino, un fuerte viento azotó la montaña, una tormenta se estaba acercando, el frio que se esparció por mi cuerpo a causa de la lluvia y la noche fue insoportable, no dudé en dejar escapar un grito al cielo por mi frustración, cada vez más obstáculos, cada vez más difícil, desde mi punto de vista, 0% de probabilidades de sobrevivir, una sonrisa se asomó en mi rostro, esa mala costumbre de que siempre en mis peores momentos naciera una sonrisa torcida, casi forzada en mi cara, como me molestaba y traía cada problema que no quisiera tener que tolerar, justo en el punto máximo del rapel donde tenía que asegurar de nuevo, allí me detuve para tener un seguro más, cuando estuve a segundos de colocar el perno de seguridad un relámpago azotó la montaña, desprendiendo rocas en el proceso y liberando una fuerte descarga eléctrica que casi me manda a volar por estas cubierto de agua, la sacudida me aturdió terriblemente al punto que me costaba enfocarme, un estruendo me alertó, la montaña vibraba, un peñasco empezó a desprenderse, arrastrando las cuerdas del rapel que pasaban cerca, apenas y podía sujetarme, tenía que tomar una decisión, dejarme caer lo bastan rápido para empujar el peñasco y tener más tiempo para bajar y ponerme a salvo o cortar el rapel y seguir subiendo, estaba equivocado, el peñasco se desprendió con mayor velocidad, obligándome a cortar la cuerda, con un demonio, esto era insólito y solo se ponía peor, tomé el pico para escalada sujeto a mi arnés para tratar de fijarme con mayor fuerza al camino que debía seguir, como si la vida me usara para sus malos chistes, la roca en la cual clavé el pico se vino abajo.

- ¡Esto tiene que ser una maldita broma! – Exclamé furioso.

Caí a una velocidad vertiginosa, demasiado rápido, solo podía notar mi visón tornarse de color carmesí, enrojecida por la sangre supuse, notaba el impacto cerca, pero tardaba tanto, era tan molesto ¿Cuándo tocaría el suelo? Me giré para ver qué tan lejos estaba el suelo, no podía verlo, la bruma me bloqueaba la visión, justo lo que faltaba, no me molesté en seguir pensando, desconecté mi conciencia para dormir y así estar tranquilo hasta el gran momento, de lo más tranquilo, plenamente contento de que el suplicio fuese a terminar, en la fracción de segundo que mi espalda tocó el suelo, me sobresalté descubriendo mi cuerpo de la colcha que me cubría, había sido todo un sueño, el sudor cubría mi cuerpo aun en esta noche tan fría, lagrimas escurrían por mi rostro, mi corazón acelerado, casi salía de mi pecho, me levanté para dar una vuelta, parecía que estaba por salir el sol.

- ¿Dan? – me giré.

- ¿Quién anda allí?

- Soy yo, Javier ¿Estas bien? Te noté inquieto.

- ¿Te desperté?

- ¿Insomnio?

- Podría decirse, creo que es más inquietud o ansiedad.

Danza entre la vida y la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora