Capítulo Septimo

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Jungkook abrió sus ojos y se dio cuenta que Jin aún dormía. Estaba bocabajo y con los labios entreabiertos. Con cuidado se levantó, y fue al baño para asearse un poco. Como se había quedado imprevistamente, no tenía ropa de recambio. Apenas su cepillo de dientes y algunos de sus productos cosméticos. Así es que sólo optó por enjuagar su boca y lavar su cara. Y su primer paso fue ir a la cocina, para preparar algo de comer. Tenía varias llamadas perdidas de Jimin. No había alcanzado a avisarle que no iría a clases. Rápidamente le envió un mensaje que estaba con Jin y que volvería mañana a clases. Estaba seguro que a su amigo no le iba a parecer nada de bien, pues ya le había hecho varios comentarios acerca de lo poco que le gustaba su amistad con Seokjin.

Jimin le había dicho a Jungkook que era demasiado joven y con planes en su vida, como para gastar su tiempo en un hombre que apenas conocía y que, a pesar de ser agradable, estaba lleno de problemas y traumas. Le asustaba, además, el compromiso cada vez mayor que su amigo tomaba y la forma como hablaba todo el día de él. Sabía que, aunque Jungkook lo negara, se estaba sintiendo atraído por el hombre trece años mayor que él. Y eso no le gustaba nada. No quería de ninguna forma que fuera lastimado. Lo conocía desde los doce años, cuando llegó a vivir a la casa vecina y nunca más se habían separado. Juntos descubrieron su amor por las artes y sus preferencias sexuales. Cuando tenían 14 años se habían besado y masturbado el uno al otro. Eso sí, luego de aquello nada más pasó, porque se dieron cuenta, que no estaban interesados en romper su amistad por una relación que sería meramente sexual. En la medida que crecieron, fueron teniendo parejas y cuando llegaron a Seúl a estudiar juntos arquitectura, Jimin conoció a Taehyung. Fue amor a primera vista. Por eso, por conocerlo tan bien estaba asustado por los sentimientos que veía comenzaban a surgir en el corazón de su apasionado y terco amigo.

Por todas estas razones, Jungkook ni siquiera miró la respuesta que Jimin le envió, ni contestó sus llamadas. Estaba ocupado, además, en preparar sopa para Seokjin. De hecho, en ese instante, se asomaba a la cocina, con el pelo desordenado, ojeras y rostro desaliñado.

Había despertado sólo hacía unos instantes atrás. Con su cabeza dando vueltas y con imágenes en ésta que no sabía si habían sido producto de su imaginación o realmente habían ocurrido. Por eso cuando sintió a Jungkook revoloteando en su cocina, se sintió terriblemente avergonzado y decepcionado de sí mismo. Le había mostrado toda su oscuridad y era injusto para el más joven. Ni siquiera se atrevía a mirarlo a la cara.

—¡Al fin despiertas Hyung! Ven y siéntate. Hice sopa.

Seokjin se acercó tímidamente y le ofreció una pequeña sonrisa al menor. Quería llorar. ¿Cómo era posible que un jovencito tuviera tan buen corazón con él, que no merecía nada?

—Toma tu sopa y luego hablaremos tú y yo, muy seriamente. — Jungkook se sentó a su lado a comer también—No es posible que sigas así hyung...ya es hora que pienses un poquito en ti.

Por un momento, ninguno dijo nada y pronto acabaron la sopa. Seokjin seguía con su mirada baja, pero de pronto levantó la vista y entonces, se dio cuenta que no era una situación justa. Entonces tomó las manos de Jungkook, quien sintió como su cara se encendía furiosamente ante ese acto.

—Jungkook, escúchame...no debiste venir. Te lo dije, soy patético...tú no puedes hacerte cargo de mí y de mis idioteces.

Pero Jungkook no estaba en lo absoluto de acuerdo con su hyung. Muy por el contrario, él pensaba que hacía lo correcto y lo seguiría haciendo. Seokjin llevaba una vida totalmente autodestructiva y eso no lo conduciría a nada bueno. No entendía, como su hermano o familia no lo ayudaban o intervenían de forma más severa.

—No puedes seguir bebiendo así. Debes buscar ayuda. Tu hermano debería...

—Namjoon sabe que ya no debe entrometerse. Dejó de luchar contra mi estado...y tú...también debes dejar de hacer esto—. Esta vez, Seokjin quería ser lo suficientemente claro con el menor, así es que tragó mucho aire y con todo el dolor de su corazón siguió hablando.

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