Capítulo 31

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Al día siguiente

Pov Madelaine
Hoy es el entierro de mi abuelo, Theo ha venido, porque su entrenador le ha dejado venir para que me acompañase. Hizo una excepción.

Mis brazos rodean su cintura y él acaricia mi espalda para tranquilizar mi llanto. Agradezco mucho a Shaun por escribirle a Theo.

Matheo.- estoy contigo, no estás sola— susurro, cuando llega el féretro ante todos—.

Mis tíos, mi padre y mi hermano se encargaron de cargar el ataúd de mi abuelo. Theo me abraza con más fuerza y no dejo de llorar.

Un cura daría una misa antes de enterrar a mi abuelo bajo tierra. Mis ojos duelen de tanto llorar, los músculos de Theo están tensos, sé que a él no le gusta verme llorar.

Una vez que la misa acaba, nos dejan que nos despidamos de él antes de que lo enterrasen. Me acerco, acaricio la madera del ataúd y planto un beso. Antes de irme, susurro un te quiero. Theo me recibe con los brazos abiertos y lloro desconsoladamente en su pecho. Escucho que le dice algo a mi madre y comenzamos a andar.

Theo detiene sus pasos y alzo mi cabeza para verlo. Saca un pañuelo de su bolsillo y se encarga de limpiar mi húmedo rostro.

Matheo.- ¿mejor?— susurro—.

Madelaine.- no, mucho.

Besa mi frente por unos segundos.

Madelaine.- ¿cómo está tu abuelo?

Matheo.- tuvo un ictus, pero se recupera poco a poco. Mis padres y mis tíos se encargan de cuidarlo un tiempo cada uno.

Madelaine.- seguro que se recupera pronto.

Matheo.- ¿quieres regresar con tu familia?

Madelaine.- ¿me acompañas al hotel?

Matheo.- claro. ¿Andando?

Madelaine.- sí. Está a unos diez minutos.

Matheo.- vale. Despídete de tu familia.

Regresamos junto con mi familia para despedirme. Quería regresar al hotel donde mi hermano y mis padres nos hospedamos durante un par de días. Mi padre entendió que quería irme, porque yo era muy unida a mi abuelo.

Timothy.- Matheo, ¿la acompañas?

Matheo.- sí, no se preocupe.

Comenzamos a andar para salir del cementerio y el brazo de Theo está sobre mis hombros.

Durante todo el camino hasta llegar al hotel fue en silencio. Sé que él no quería molestarme, sabía que no me apetecía hablar mucho.

Estoy dentro de la habitación y él está en el pasillo. Mi cuerpo está recostado en el marco de la puerta. Nada más llegar, me deshice de mis tacones negros, porque me dolían los pies.

Madelaine.- ¿no puedes quedarte?

Matheo.- no sé, no creo.

Asiento, con los labios fruncidos.

Matheo.- hey, como mañana juego aquí, ¿qué te parece si Shaun y tú venís a verme?

Madelaine.- no me traje la camiseta de Brasil.

Matheo.- mañana os podría dar dos. Además, me encantaría saber qué estás allí mirándome.

Se acerca más a mí, colocando una mano en mi cintura. Su perfume impregna en mis orificios nasales y remojo mis labios con mi lengua.

Terreno de juego || Madelaine Petsch Donde viven las historias. Descúbrelo ahora