5. ¿Esto es tensión o una entrevista?

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Dos semanas pasaron rápidamente. Los estudios de mi carrera eran lo que más me quitaba tiempo; quería pasar mis exámenes finales con excelentes notas, por lo que debía estudiar mucho, aunque no era un problema realmente, la escuela se me daba bien, había elegido correctamente mi carrera.

Mis estudios, mi carrera, las fotos y la solución que mi padre había traído... era todo lo que se mantenía en mi cabeza. Lo demás lo había olvidado, hasta esas plumas rojas que me habían salvado.

Estaba estudiando una tarde calurosa, cuando mi padre me fue a visitar a mi cuarto:

—¿Hija? ¿Puedo pasar?

—Claro, papá, ¿qué sucede?

—Hablé con tu madre y me recordó que pronto necesitarás un vestido para tu graduación. Te dejaré el dinero para que escojas el que quieras.

—Papá, falta tiempo para eso, aún estoy en exámenes finales.

—Sí, pero se pasan volando, más rápido de lo que imaginas. Además, ¿sabes bailar? En tu graduación los jóvenes bailarán, tienes que aprender a...

—Ok, ahora sí me estás avergonzando, papá —dije con tono pícaro—, no necesito bailar si no quiero.

—Bueno... eh... ¿ya sabes con qué chico irás?

—Espera, ¿esto es para ver con quién saldré?

—¿Muy obvio?

—Bastante —respondí con risitas, levantándome de mi escritorio para estirarme—. No, no lo sé. Pensaba pedírselo a Mirio, ya que Bakugo me mandaría a volar; odia esas reuniones, además de que no se siente cómodo con universitarios.

—Mirio es buena opción, me agrada, es un buen chico. Bien, mi deber de padre termina por hoy, iré a dormir, pequeña —dijo con alegría, listo para salir de mi habitación.

Yo negué con la cabeza, riendo. Mi padre podía ser gracioso a veces.

Decidida quise volver a estudiar, pero ya se complicó bastante, puesto que me habían metido a la cabeza la idea del baile. En una cosa mi papá tenía razón: no sabía bailar para nada. ¿Mirio sabría? ¿Querría bailar?

Derrotada, dejé caer mi cabeza sobre mis libros, pensando. Ya no tenía caso atormentarme, así que decidí tomar aire fresco; me levanté y salí a mi jardín trasero.

Ahí hice algunos estiramientos, dejando que el aire me diera en la cara y me refrescara las ideas. La graduación no me preocupaba en realidad, ya vería qué hacer, quedaría en segundo plano en mi mente.

Mientras suspiraba y exhalaba, una pluma roja cayó lentamente sobre mi hombro, llamando mi atención. La tomé y analicé para, acto seguido, observar a mi alrededor, en las alturas.

Sobre nuestro árbol más alto estaba Hawks en cuclillas y viéndome con su mejilla recargada en una de sus manos. Cuando cruzamos miradas él me sonrió, bajando con gracia de su escondite.

Yo me quedé boquiabierta, ¿qué demonios hacía allí y desde cuándo?

—¡Hola, preciosa! Bonita noche, ¿no? —preguntó, como no contesté, ya que seguía impactada, continuó—. Perdona que tardara tanto, la Comisión de Seguridad Pública de Héroes me ha puesto mucho trabajo, apenas tengo tiempo libre, pero no me sacaba de la cabeza el venir a verte de nuevo.

—¿Hawks? ¿Pero qué...?

El giró su rostro, con esa sonrisilla suya, tratando de comprenderme. Algo me decía que se hacia el gracioso.

—Te lo dije, ¿no? Que quería venir a verte —contestó sonriendo, sin dejar de verme con curiosidad.

—¿Estás loco? ¿Cómo? No pensé que fueras realmente a...

Tras tus alas. Hawks x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora