9. El perdón llega de formas imprevistas

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Al día siguiente, en la escuela, me sentía bastante cansada, pero me sentía tranquila y muy contenta. Esa especie de felicidad que se siente con un cosquilleo en el estómago, que no te permite concentrarte en nada.

Durante la noche volé con Hawks un buen rato, hasta que nos detuvimos en un edificio para tomar café (que él se encargó de ir a comprar después de dejarme en un techo), para platicar durante horas sobre nuestras cosas y conocernos un poquito más.

Conocerlo estaba siendo bastante interesante.

Cuando por fin regresamos a mi habitación, Hawks me dejó con delicadeza, para despedirse e ir a descansar.

—Espero estés más tranquila y te sientas mejor, Vanille.

—Sí, gracias, Hawks... por todo... Por cierto, hay algo que debo hacer, antes de que te vayas —dije como si nada, acercándome a él con confianza y rápidamente.

Hawks dudó, pero no se movió ni un ápice. Tomé el cuello de su chamarra y le di un beso rápido en sus labios, para luego alejarme hasta mi armario, buscando ropa para dormir.

—¿Y eso? —preguntó, con una gran sonrisa.

—No te emociones, solo recupero lo que me robaste. No iba a dejar que se quedaran las cosas así.

Hawks rio, mientras se acomodaba el cabello. Parecía divertido:

—De verdad, eres de lo que no hay. ¿Quieres otro? Puedes robarme los que quieras.

—Buenas noches, Hawks, debemos dormir para nuestros deberes mañana —canturreé, eligiendo una pijama.

El héroe rio por lo bajo, para despedirse e irse volando, prometiendo que me vería pronto.

Recordar la noche anterior me provocaba sonreír de la nada, sin poderlo evitar. Marki lo notó, obviamente.

De hecho, se preocupó realmente cuando abrí mi casillero y cayeron unas cuantas cartas de admiradores, pidiéndome ir al baile de graduación conmigo, y yo no tuve reacción alguna, ni de desconcierto, pena o enojo, nada. Simplemente las levanté y guardé en mi mochila, sin dejar de canturrear.

—De acuerdo, suficiente, ¿qué sucede? —preguntó de golpe, observándome con los ojos entrecerrados.

—¿Mmm? —solté, con una sonrisa idiota en la cara.

—¡Eso! ¡Justo hablo de eso! Normalmente te sientes inhibida con tantas cartas, pero hoy te la has pasado en las nubes y tarareando canciones cursis. Ya dime, ¿quién es?

—Ehhh... No sé a qué te refieres.

—Claro que lo sabes, lo sabes perfectamente. Reconozco los síntomas de enamoramiento.

—¡No digas eso! Claro que no. Si lo dices así, suena terrible en mi mente; ya sabes que esas cosas me toman tiempo.

—Ajá, claro. ¿No vas a contarme?

—¡Marki!

—Bueno, como quieras —refunfuñó, haciendo un puchero.

No es que no le tuviera confianza, pero hablar sobre Hawks me tomaría bastante tiempo. Primero: hasta estar segura de mis sentimientos por él, y segundo: hasta ver qué es lo que pasaría con esa rara relación que estaba empezando un... «algo».

—Marki, ¿tienes planes hoy?

—Pues no... creo que no; leer historietas y aburrirme en casa. ¿Por qué?

—¿Quieres hacer algo? Tengo ganas de salir y divertirme. ¡Vamos a nadar! Y luego podemos ir a picar comida chatarra.

—Bien... de acuerdo, ¿quién eres y qué hiciste con mi amiga?

Tras tus alas. Hawks x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora