04 - Azul como el mar, dolor infernal.

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—Por fin acabó mi turno —exclamas con un alivio evidente—

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—Por fin acabó mi turno —exclamas con un alivio evidente—. Odio hacer horas extras, ¿me las van a pagar? Por supuesto que no, aquí todo mundo es tan tacaño y corrupto.

Frederick, el policía que estaba en su turno nocturno sonríe y se apoya en la pared con los brazos cruzados, divertido ante tu enojo.

—Fuiste la opción más fácil y rápida del jefe, tal parece que Leon se dio un descanso sin avisar —piensa un poco—, creo que lo terminó su pareja hace algunos días, debe de estar bebiendo, ya sabes, necesidades de hombres.

Suelta una carcajada pero tú te molestas aún más. Estabas terminando de escribir documentos que tu jefe te encargó a hacer debido a que tu compañero de trabajo no llegó a la comisaría. Todas las tareas que tenía las hiciste tú y por ende te quedate más horas en tu escritorio.

—Si eso es verdad, te juro que patearé ese trasero novato —le dices y ruedas los ojos al cielo—. No puede darse el lujo de faltar y menos teniendo pocos días como policía.

—Eso díselo a sus compañeros de trabajo —él habla y camina hacia su escritorio, tomando una bolsa de frituras—. Parece que a ellos no les agrada la actitud de Leon, ¿has visto cómo lo molestan?

Su pregunta te hizo voltear a mirarlo y ahora estabas en un estado confuso, ciertamente no le prestabas atención a tu entorno ya que tenías más responsabilidades que tiempo libre, sin recalcar que tampoco quieres involucrarte con tus colegas; en cierto modo, odias socializar.

—¿Lo molestan?

Él se encoge de hombros.

—Simplemente disfrutan hacerle bromas y aprovecharse de que es nuevo. Es justificable que no quiera venir más a trabajar y no dudo que mañana tenga su renuncia lista. Apuesto a que lo hará, sí.

Él comía sus frituras pero tú te quedaste pensando sobre su situación. No hablabas mucho con él (por no decir que no lo conocías en lo absoluto) pero tampoco tenías intención de hacerlo después de que haya faltado y te hicieras cargo de sus deberes. Diste vueltas en tu silla giratoria para quedar frente a Frederick.

—¿Bullying? —fue lo primero que preguntaste y ahora te sentías mal por aquel chico.

—Básicamente.

"Oh. ¿Quién diablos se divierte molestando a los demás?"

—No sabía de eso —admites, porque es verdad.

—Nadie está al tanto de Leon, pasa desapercibido en la comisaría. Escuché al jefe decir que si fuera posible, lo pondría a lavar platos y a tirar basura. En vez de eso, no lo pone a trabajar mas que a hacer papeleo diario, es un caso perdido que nunca aprenderá.

One Shots • Leon KennedyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora