11 - Un oficial interesado.

3.7K 236 209
                                    

—¡Enseguida voy! —Mostrabas una sonrisa amplia a tu superior, cuando por dentro le querías despedazar la cara

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¡Enseguida voy! —Mostrabas una sonrisa amplia a tu superior, cuando por dentro le querías despedazar la cara.

Sin darle más vueltas al asunto, caminas con una charola repleta de platillos y lo repartes a unas cuantas mesas. Recibes algunos "gracias", también murmullos como "tardaste demasiado" y la mayoría simplemente... silencio. La gente ha perdido el sentido del respeto y la empatía al parecer.

Caminas con apuro hacia los clientes que recién llegan y ordenas el pedido. Ese es tu trabajo inicial: ser mesera y atender a todo aquel que entrase al pequeño restaurante. Sin embargo, vives de tu salario y es importante para ti generar más dinero, por lo que todos los días aceptas la explotación laboral y la sobrecarga de trabajo para al menos tener unos cuantos dólares más.

Ser estudiante y trabajar medio tiempo no es fácil, tampoco aceptar ser el blanco sencillo del jefe que te ve con morbo y burla.

—¡Muévete! —Escuchas la odiosa voz de tu jefe calvo reclamarte a través de la barra—. ¡Tu turno ha cambiado, olvídate de atenderlos allá y ven a atender en la caja!

Ruedas los ojos con total fastidio, y sin más te disculpas con la mesa que ordenaba para después avisarles que desde ahora tenían que ir hacia el mostrador para pedir y retirarte con pena.

Vergüenza, eso es lo que sientes. A final de cuentas eres tú quien siente vergüenza por su nula capacidad de negar el mal trato que te dan sólo por ser inexperta y la única estudiante de los trabajadores. Es difícil, pero te tienes a ti y a nadie más.

Acomodas tu cabello y al llegar al mostrador le extiendes la charola a tu jefe que ya te esperaba para que cambiases de puesto. Tuviste la pequeña esperanza de que al menos te ayudara a acomodar el gran plato llano a la cocina.

—Deme cinco minutos y ya estaré...

—¿Piensas que haré tu trabajo? —Te interrumpe con una pizca de sarcasmo y dureza—. Lleva esa charola a su lugar y tendrás treinta segundos para estar en el mostrador. Ya.

No espera una respuesta y se esfuma de tu vista con rapidez. El cuerpo ya te dolía con fuerza, mayormente las piernas por andar allá y acá; suspiras y obedeces su petición, corres a dejarle la charola a tu compañero de trabajo encargado de la cocina y te quitas el delantal. En segundos ya estabas en el mostrador lista para tener más pedidos y de paso organizar la caja.

A lado de ti pasa Núria, la que se suponía tenía este puesto. Estaba cabizbaja al momento de pasar frente a ti. Arrugas las cejas y resoplas disimuladamente porque sabes que se escapará con su novia en sus horas de trabajo pero dio una excusa para irse.

One Shots • Leon KennedyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora