05 - Una pesadilla viviente.

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La relación con Leon no era para nada amorosa, mucho menos se rodeaba de respeto mutuo y sinceridad pura

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La relación con Leon no era para nada amorosa, mucho menos se rodeaba de respeto mutuo y sinceridad pura. Los tiempos cambian, también las personas, y lo descubriste de la peor manera posible.

Él se la pasaba yendo a su bar favorito y tomando, ¿con quién? Posiblemente con cualquier persona que se le acercase, el alcohol es el punto débil de Leon, el tuyo es directamente la persona a la que le confiaste tu vida. Tenías una vaga idea de que podría estar siéndote infiel, sin embargo, nunca llegaba a casa con lápiz labial en el cuello, tampoco con la ropa desordenada.

"A estas alturas no estaría mal imaginar que es precavido".

Tus días viviendo con él se volvieron una costumbre torturosa, tan sólo saber que no tenía intenciones de conseguir otro empleo (fue despedido como Agente de la D.S.O por problemas de conducta y alcoholismo en sus misiones), se la pasaba tomando tu dinero a escondidas para irse a los bares, te provocaba una molestia sumamente grande.

La cereza del pastel consta de las peleas diarias, una tras otra, las lágrimas ya eran habituales, los ataques de ira de Leon ya no te sorprendían, simplemente vivían en una miseria moral y ética aunque tu mente quería negarlo y seguir pensando que podría cambiar para bien.

Error.

Hoy era un día más de discusiones, Leon como de costumbre se había despertado de mal humor ya que estabas haciendo ruido limpiando la sala de estar, viste que bajó las escaleras y se acercó a ti con un semblante serio e irritante.

—¿Puedes callar esa puta aspiradora? —dice al momento de detener el aparato con su pie derecho.

Tú lo observas y ríes de manera sarcástica.

—¿Cómo diablos callaré a la aspiradora? ¿Diciéndole "shh"? —el tono irónico enfurece a tu desequilibrado marido.

—No estoy de humor para tu estúpido sarcasmo.

—Ni yo para tus estúpidas preguntas sin sentido —contraatacas de la misma forma con un enojo inexplicable y sonso.

Se peleaban por cualquier cosa absurda y eso te hacía gracia en cierto aspecto, su estado mental no estaba bien, y el tuyo tampoco, por permitir su abuso mental y emocional hacia a ti.

Viste que resopló y llevó sus manos a su desordenado cabello, tomando varios mechones y jalándolos con desagrado.

—Dios, contigo nunca se puede hablar bien.

No te dio tiempo de responder porque se había dado la vuelta y caminó a tomar su chaqueta aventada en el sillón y a ponerse los zapatos de forma torpe.

Se irá, otra vez. Como lo ha hecho estos últimos días. Se irá con su ego y cinismo a tomar.

La aspiradora resonaba por toda la casa, ese ruido que a él le molestaba está haciendo eco mientras mirabas a tu marido irse y azotando la puerta con fuerza. Era imposible evitar no sentirte mal, que tu pecho no doliera, que te preguntaras qué hacías mal en la relación. Te sentías una molestia en su camino.

One Shots • Leon KennedyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora