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Primer día de clases

Desperté esa mañana sintiéndome increíblemente ansiosa, esperaba que los alumnos me tomaran enserio y deseaba con todo mi corazón que pudieran aprender y tomarle cariño a la asignatura tanto como yo lo había hecho en mis años como estudiante.

Me dirigí al closet y me coloqué una blusa holgada de color beige y una falda de corte recto y negra que caía desde mi cintura hasta los pies. Me calce unas valetas negras y finalmente me dirigí al escritorio para tomar las listas de nombres de los estudiantes.

No desayune, estaba demasiado nerviosa como para comer y cuando la campana sonó abrí la puerta que daba de mi despacho a el salón de clases, afortunadamente no había nadie todavía por lo que coloque mis papeles sobre la mesa enfrente de toda la clase y me senté a esperar a los alumnos.

Uno a uno comenzaron a llenar el aula, una de las primeras estudiantes que llego fue Hermione Granger, la amiga de Harry quien se ubico en el asiento delantero, ansiosa por comenzar su aprendizaje.

—Bienvenidos a estudios de Runas Antiguas, yo seré su profesora este año—dije colocándome de pie frente a todos los estudiantes de tercer año —mi nombre es Alexandra Black— con un movimiento de mi varita, en el pizarrón se comenzó a escribir mi nombre— espero que todos nos llevemos bien.

La clase dio comienzo, no muchos preguntaron sobre la introducción, todos excepto Hermione claro, quien parecía fascinada por absolutamente todo lo que salía de mi boca, finalmente tras una actividad en grupo, la clase acabo y todos salieron del aula.

—Señorita Granger—llame.

— ¿Si, profesora?

— ¿Exactamente en cuantos lugares esta en este preciso momento? — pregunte curiosa.

— ¿Disculpe?

—Su Giratiempo— señale. La cadena dorada era visible sobre el buso de la chica.

—Oh....yo, en realidad, bueno esto me lo dio...la profesora Mcgonagall.

—Está bien, no es nada malo, solo deseaba saberlo, mi mejor amiga también poseía uno, lo usaba para asistir a todas las clases que pudiera. Tú me recuerdas mucho a ella.

—Ya veo, para serle honesta, profesora, estoy en adivinación también...aunque nadie parece notar que estoy en dos lugares al mismo tiempo, lo cual es bastante bueno. — me respondió ella.

—Úsalo bien.

—Sí, profesora—asintió ella sonriéndome y luego salió del aula.

Con forme el día fue trascurriendo, comencé a darme cuenta que no muchos se interesaban por las runas antiguas, los estudiantes que llegaban al salón no eran grupos grandes y los que ya habían superado sus TIMOs con un supera las expectativas (calificación con la cual yo los aceptaba en clase) eran aun menos.

Hacia las 4 de la tarde mis clases del día habían terminado, por lo que me dirigí a recorrer el castillo. Me sentía como estudiante nuevamente, lo único que me faltaba era un uniforme una mochila al hombro y estar tomada por el brazo de Lily charlando sobre las clases y los chicos que nos gustaban. Sonreí y seguí caminado hasta llegar al gran comedor.

Tome un pastelillo de calabaza de la mesa de profesores y salí del lugar. Subí a la tercera planta del castillo, Remus estaba observando junto a Hermione la vitrina de premios de Quidditch, la sonrisa de Remus era nostálgica, mientras Hermione miraba con curiosidad las fotografías de los diferentes equipos que habían existido durante gran parte de la historia de Hogwarts.

The PottersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora