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Especto patronum

Caminar en la oscuridad de las mazmorras con Severus fue seguramente el momento más silencioso e incomodo que jamás haya tenido que vivir. Su silueta delgada y alta que caminaba frente a mi me recordaba el sin número de veces que James y Sirius le habían hecho la vida imposible.

—Ya verá Black cuando lo encuentre.

—Yo dudo que eso pase—susurre.

—Debes de sentirte orgullosa de saber que tu marido ha escapado de la prisión mas resguardada de todos los tiempos...y quién sabe, tal vez tu o Lupin le ayudaron a entrar al castillo, que diría Potter si se entera de que su tía ayudo a quien traiciono a sus padres.

—Harry no sabe quien soy....asi que mejor cierra la boca, quejicus.

Sus fríos ojos negros me miraron tratando de matarme seguramente, yo solo sonreí satisfecha por mi comentario.

—Tu hermano era un cerdo.

—Supéralo Severus... no puedes seguir culpando a James por hacer algo de lo que tú nunca fuiste capaz.

— ¿De qué hablas?

—Lily...—susurre— sabes, no me hubiera molestado en lo más mínimo que Lily hubiese tenido una relación amorosa contigo, eras bueno con ella, la querías y eso se notaba, pero dejaste que James te ganara, la dejaste por tratar de meter en problemas a los merodeadores.

—Tu compasión no me interesa, Potter—me respondió con rencor.

—No es compasión, Snape...es lastima—sin decir ni una sola palabra mas, terminamos de recorrer las mazmorras declarándolas limpias de cualquier presencia intrusa.

En los días siguientes, todo trascurrió con normalidad, Harry termino en la enfermería por un ataque de Dementores durante su partido de Quidditch y Remus decidió enseñarle el encantamiento Patronum.

Los partidos de Quidditch comenzaron a pasar de manera rápida, Gryffindor no tenía el rendimiento que su capitán esperaba y el pobre era todo nervios.

Oliver Wood estaba en mi clase de Runas antiguas y lo único en lo que pensaba era en Quidditch, escribía Quidditch respiraba Quidditch...el pobre sufría de una no muy sana obsesión por el deporte. Pero yo no lo molestaba mucho por eso, siempre y cuando cumpliera con sus deberes de la clase, el era libre de hacer lo que quisiera con el Quidditch.

Respecto a Harry, recibió una escoba de un destinatario misterioso. Era una saeta de fuego, la escoba más veloz del mundo. Supe enseguida que había sido Sirius y no era para más, muchos otros también tenían la misma sospecha, aunque Harry no entendía el por qué.

Poco después de navidad me reuní con Remus a pasar un rato, Harry había estado metiéndose en problemas últimamente pero mi atención no se centraba solo en el.

—Ha habido avistamientos Remus, me preocupa que los Dementores...

—No lo atraparan, Lessy. No te preocupes, yo lo he ayudado en cuanto he podido —me dijo Remus en su despacho.

— ¿Cómo dijiste? ¡REMUS LUPIN ¿HAS AYUDADO A MI MARIDO SIN DECIRME NI UNA SOLA PALABRA?! —le grite...literalmente.

—Tranquila, tranquila—dijo con una sonrisa incomoda. Pero era imposible que me sintiera tranquila.

—Lo único que el muy...idiota me ha dado para que yo sepa que está bien aparte de la carta que me envió con Hagrid fue un diminuto, minúsculo y para nada sorprendente pétalo de rosa con un "te amo" escrito y tu vienes y me dices que lo has visto, lo has ayudado en persona.

—Yo no he dicho eso.

—Pero seguramente lo has hecho...te odio Lupin—le dije cruzándome de brazos.

—Lessy—susurro con algo de arrepentimiento—si no te he dicho nada es por qué Sirius no quiere que te metas en problemas, si alguien sospecha de alguna persona en el castillo él prefiere que sea yo y no tu.

—Se realista Remus, soy su esposa ¿Quién en su sano juicio no sospecharía de mi?

—Hay muchos que no saben quién eres.

—Te aseguro que Fudge si lo sabe, y ambos tenemos claro que es un tonto que se deja manipular por quienes lo rodean y creerá cualquier cosa con tal de tener partidarios que lo mantengan en su puesto de ministro. Si el sospecha de mi...

—Ya, no hablemos más de eso—me dijo tomándome por los hombros y mirándome fijamente a los ojos—te aseguro que Sirius Black está bien, este o no dentro del castillo, el está muy bien.

Suspire resignada y asentí. Remus me abrazo, era realmente un buen hombre, tal y como lo recordaba de nuestros años en Hogwarts.

Se podria decir que era de los más tranquilos que rodeaban a mi hermano y cabe aclarar que mi hermano era un idiota, torpe, problemático...a veces tierno y sin duda un gran chico, pero idiota de todas formas y Sirius era casi igual o peor que el, pero Remus siempre fue quien los mantuvo con los pies sobre la tierra y por eso le debo muchísimo, con el tiempo nos volvimos buenos amigos, incluso pensé en volverme animago para acompañarlo en la luna llena pero como siempre James no lo permitió. Sin embargo solíamos practicar el encantamiento patronum en secreto. El, Lily y yo fuimos los primeros en conseguirlo, estábamos en cuarto año cuando conocimos nuestros patronum.

Lily se regodeaba orgullosa por su precioso ciervo hembra, Remus y yo adorábamos verla sonreír de esa manera, en aquel momento creí que sería bastante irónico si el patronum de mi hermano llegara a ser un ciervo y cuando supe que realmente lo era... había comprendido que eran almas gemelas. Por un momento me di cuenta que si conocía el patronum de Sirius y el mío se le parecía yo también estaría destinada a estar con él pero luego me decepcione al saber que realmente no lo era.

Un año de obsesión en el castillo, pase yo intentando descubrir quien poseía un patronum similar al mío y nunca lo encontré, sentía celos de mi hermano y de Lily una vez que se volvieron pareja mientras yo y mis sentimientos por Sirius seguían ocultos hasta que claro, dimos el gran paso y nos confesamos mutuamente pero aun asi, nuestros patronum no eran similares.

Los días siguientes a mi conversación con Remus nada importante paso dentro del castillo, como siempre, clases largas, alumnos problemáticos (Fred y George) e incomodas miradas amenazantes por parte del profesor Snape.

Para la segunda semana de febrero tras revisar ensayos de los alumnos de tercer año, me dirigí a la ventana de mi habitación, me quede dormida por pocos segundos hasta que una tenue luz filtrándose en la oscuridad me despertó, a lo lejos por los terrenos del castillo sobresalía la figura luminosa de un perro.

Sirius no podía tener una varita para invocar su patronus, por lo que imagine, Remus estaría con el... abrí la ventana y tome mi varita, susurre el encantamiento lo más bajo que pude y un delfín salió volando entre la neblina como si fuera el mismo océano hasta el perro. Sin mucho más que hacer regrese a mi cama y por primera vez en días, dormí mucho más tranquila.

The PottersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora