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Días de verano

Semas después de que los alumnos regresaran a sus hogares luego de un largo año escolar, el Profeta envió a mi departamento un corresponsal para que yo le diera una entrevista, El ministro había dicho a la luz pública luego de que Sirius escapo, que yo, Alessa Potter, aun seguía viva y que era la principal sospechosa de ayudar en el escape de Sirius, por lo cual agentes del ministerio me mantenían vigilada.

Afortunadamente no perdí mi puesto en Hogwarts pero aun asi, nada sería igual desde ese día.

Rita Skeeter la venenosa reportera del profeta llego a mi departamento con su fastidiosa actitud y su pluma vuela pluma para que yo le diera una entrevista. No recibió nada de lo que le ofrecí y me arrepiento de no haberle puesto alguna clase de veneno, pero, en fin.

—Entonces Alessa... ¿Cómo te sientes después de tantos años bajo el nombre de alguien más?

—No es el nombre de alguien más, Alexa es parecido a Alessa y el Black, sabe bien que era el apellido de mi madre.

—¿No uso ese apellido por su prófugo esposo?

—No, no lo hice.

—¿Y que me dice de su sobrino? ¿cree que el chico busque atención metiéndose en tantos problemas por el hecho de ser huérfano?

—Señorita Skeeter, ¿considera usted que es una molestia para esta sociedad?

—Las preguntas las hago yo señorita Potter.

Nuestras miradas se cruzaron con odio puro mientras la pluma escribía un mar de mentiras sin que yo me diera cuenta. Cuando la entrevista fue publicada, me entere que había llorado durante mi relato, y había testificado que Sirius me había torturado para que yo no dijera nada. Un mar de mentiras, como siempre desde que conozco a esa fastidiosa mujer.

Harry me había enviado una carta en donde me contaba que Sirius había firmado su permiso para ir a Hogsmeade, algo que a mí no se me ocurrió, pero aun asi estaba muy feliz por eso. Harry entendía que vivir conmigo solo le traería problemas siempre que Sirius siguiera siendo acusado como culpable y hasta que se demostrara lo contrario tendría que seguir viviendo con sus horrorosos tíos a quien, como prometí, decidí hacerles una educativa visita.

Faltaba un mes para regresar al castillo nuevamente y me aparecí sorpresivamente frente al número 4 de Privet drive. Toque el timbre y espere unos segundos mientras escuchaba pasos acercarse a la puerta.

Petunia se congelo, empalideció, creí que estaba sufriendo un paro cardiaco una vez que me vio.

—Que...que... ¿Qué haces tú aquí?

—Es un gusto volver a verte Petunia, veo que me recuerdas— la mujer y yo nos habíamos conocido después de pasar tres veranos con Lily y su familia. —he venido a ver a Harry si no te molesta.

—No puedes, el chico no sabe quién eres....

— ¡TIA! —escuche un grito desde el segundo piso, mientras corría escaleras abajo. La figura de Harry con el cabello un poco más largo pero igual de despeinado apareció detrás de petunia. Me sonrió encantado y corrió a abrazarme.

Petunia seguía sin palabras, su marido llego a ver lo que ocurría y comenzó a pedirme que me alejara de la casa, y lo haría con la condición de que me permitieran visitar a Harry cuando yo quisiera y también que lo dejaran salir. Ellos no lo dudaron cuando les mostré mi varita. Si bien Harry no podía hacer magia fuera de Hogwarts, yo sí.

—Fue increíble lo que hiciste con los Dursley, mis amenazas ya no funcionan con ellos, saben que no puedo usar magia fuera del colegio.

—Tú solo escríbeme y yo hare que todos ellos se trasformen en copas de cristal que seguramente disfrutaría lanzando desde un rascacielos.

The PottersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora