Izula (4): Stratagem.

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ESTRATAGEMA

—Es un regalo de bodas de mi madre.

Lucerys levantó la vista para mirarlo con expresión sorprendida.

—¿De tu madre? —Parpadeó— ¿Para mí?

Él se volvió para mirarlo, todavía extrañado.

—¿Qué? —le espetó—. Ábrelo, no tengo todo el día.

Detrás de él, por encima del hombro, Aemond ladeó la cabeza hacia un lado. Lucerys tragó saliva con dificultad al inclinarse donde una caja de color rojo satín descansaba sobre la cama matrimonial. Con las palmas sudorosas a causa por los nervios, desenredo el listón y su garganta se secó ante el costoso y llamativo traje. Él lo rodeó para mirarlo. Su expresión por poco le arranca una carcajada a su esposo.

—Pareces preocupado

—Es… un traje —soltó en un jadeo.

Apretó los labios y levantó la vista para clavarse en la mirada de su esposo.

—Verde —El regalo no le hacía ninguna gracia. —No puedo usarlo, es hermoso pero… el verde no me favorece. Simplemente no es mi color.

Aemond no entendía a que se refería o solo quiso hacerse el desentido. Como fuera, solo lo hizo hablar con más dureza. —Solo es un regalo sin un truco detrás, el color es lo que menos debería importar.

—No para ella, si lo uso sería una señal de apoyo para la casa Hightower. —Respondió mordiéndose la punta de la lengua. Tenía la ligera sospecha que lo único que querían era sembrarle la idea. —Y todos sabemos lo que quieren.

Aemond dibujó una mueca en su expresión, torció los labios en un gesto entre una sonrisa sarcástica y una cara de pocos amigos. Se acercó unos pasos y dejó caer la mano en su hombro. Era una sensación amarga, extraña y ansiosa a la vez, que a pesar que intentara ser amable por la posición en que lo dejaban, Lucerys no le bastaba estar cerca de él. Tenía la sospecha de que la expresión de su esposo había cambiado al aproximarse, tal vez había sentido exactamente lo mismo.

—Es solo una broma, no te lo tomes en serio.

—Como si pudiera hacer algo más al respecto —respondió bufando—, esto no es nada en comparación con Rocadragón, no le soy de su agrado, ella me quiere... usar.

Estaba siendo sincero. Aunque para él era detestable. Estudió su rostro y lo que vio fue una sonrisa llena de ironía asomarse por su rostro.

—Ellos no podrán usarte, pero yo sí.

—Pues no lo quiero. —Escupió molesto. La mano de Aemond cayó a un lado cuando se alejó de su frío toque y su olor a Jazmines, solo para buscar fuerzas en la encimera más cercana. Sus intensos ojos negros se encontraron con el suyo.

Él se río entre dientes ante su pequeño y mediocre acto de rebeldía.

—Si tienes que ponerte un traje verde, lo harás. —Aemond se acercó a él. —¿Por qué no puedes pensarlo como una manera de conciliar la paz? Se nos hizo saber desde un inicio que este matrimonio es para mantener a la familia unida, no separarla más de lo que se encuentra. Esto solo es un pequeño paso.

The blood of Duty. [Corrigiendo y actualizando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora