Tōma (5): Currents.

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CORRIENTES


Lucerys caminaba por las afueras del jardín de la fortaleza de los Hightower con una sensación inquietante en el pecho. El Faro era imponente, casi opresivo. Las paredes del Faro eran de piedra gris que se alzaban a su alrededor, frías y sólidas, como una barrera infranqueable que lo separaba del mundo exterior. El aire en la fortaleza era denso, cargado de la historia y el poder de una casa que había visto generaciones de ambición y traición.

Caminaba a pasos lentos, su mirada perdida en las sombras que proyectaban las altas torres del Faro. Había algo en la fortaleza que lo atraía, un magnetismo oscuro que lo hacía querer desentrañar cada rincón, descubrir los secretos que sus muros guardaban celosamente. A lo lejos, el murmullo del río Honeywine llegaba hasta sus oídos, pero incluso ese sonido, que normalmente habría sido un alivio, parecía estar teñido de melancolía.

La tierra fría bajo sus pies, la sensación de estar rodeado por una estructura tan antigua y cargada de historia, lo hacía sentirse pequeño, insignificante en comparación. Y sin embargo, en ese pequeño rincón del jardín, alejado de la vista de los demás, Lucerys sentía que podía respirar un poco más libremente. El jardín, con sus altos muros y vegetación frondosa, era una pequeña burbuja de tranquilidad en medio de la opresión de la fortaleza. Allí, por un momento, podía escapar de la realidad que lo rodeaba.

A Lucerys le intrigaban los castillos antiguos y las historias trágicas que esperaban ser desenterradas, de vista podía ver los muchos secretos que una Fortaleza así resguardada, con su natural curiosidad, fue lo que lo llevó a salir de su habitación para explorar sus alrededores. ¿Cuántas conspiraciones habían sido planeadas en esos jardines? ¿Cuántos susurros habían sido intercambiados en las sombras de las torres? La edificación era a simple vista histórica y misteriosa, le hacía olvidar lo que era de su nueva vida.

El Faro era un lugar donde la historia parecía vivir y respirar, y esa sensación lo fascinaba y lo aterraba a partes iguales. Había algo en esa historia que parecía resonar con su propia vida, con los desafíos y las traiciones que él mismo podía llegar a enfrentar.

Pero esa fascinación no podía disipar por completo la sensación de desasosiego que lo acompañaba. Aemond lo había dejado solo desde que llegaron, y esa soledad, en un lugar tan imponente y extraño, solo amplificaba sus miedos e inseguridades. Lucerys había esperado que, al menos en este viaje, pudieran encontrar algo de paz, una tregua en medio de sus constantes conflictos. Sin embargo, la ausencia de Aemond, el vacío que sentía al estar solo, lo hacía dudar. El silencio era tan profundo que sus propios pensamientos resonaban en su mente como un eco inquietante.

Porque simplemente lo dejo por su cuenta. En un lugar desconocido, con personas que bien podían odiarlo, sin importarle si se sentía incómodo o extrañará a su familia.

A su esposo simplemente no le importaba.

Lucerys detuvo su caminata y se quedó de pie, observando una de las antiguas fuentes del jardín. El agua caía suavemente, creando un sonido relajante que contrastaba con la agitación que se creaba en su pecho. Pero ni siquiera ese sonido podía calmarlo por completo. Había algo en la fortaleza que lo hacía sentir observado, como si los muros tuvieran ojos que lo seguían a donde quiera que fuera.

Su corazón latió cada vez más rápido y sentía una ira brotar de su pecho. Cerró los ojos, mientras frotaba sus sienes, sin saber que hacer. Notó una tristeza repentina en su estómago, como si hubiera un puñal dándole vueltas en su interior. Estaba tan concentrado en su propio dolor que no prestó atención en la persona que se había acercado.

The blood of Duty. [Corrigiendo y actualizando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora