10 de abril, 2017. 📍Cuidad de Córdoba.
Narrador Omnisciente.
—Voy al baño, mi amor —habló con su voz tierna y antes de marcharse dejo un beso en los labios de su novio que se la quedó viendo hasta que se perdió entre la multitud.
La miraba sonriendo y completamente enamorado.
Julián, pibe tranquilo, se dirigió a la barra del boliche en donde se pidió más fernet. Al darse vuelta, vió como dos chicos se acababan de chocar. Aquella imágen le saco una sonrisa al recordar que así fue que se conoció con su novia; un simple choque que fue un flechazo al corazón. Sin darse cuenta ya había pasado más de media hora y Marie aún no regresaba del baño. No quería pensar que le habría pasado algo.
Sin embargo, el insistente que había tenido Marie aquella noche se llamaba Santiago, un viejo amigo de la escuela que jamás le termino de cerrar a Julián y por lo cuál la castaña había dejado de mantener contacto con él para evitar cualquier tipo de inseguridades. Aquella noche se cruzaron a la salida del baño, fue inesperado, pero a la vez esperado por uno de ellos y en especial por Santiago.
—¿Y entonces cuando nos vamos a volver a ver? —volvió a preguntar el morocho insistente por volver a ver a Marie como amigos ya que no podía ser algo más, hasta hay.
La castaña agachó la cabeza mientras dejaba salir una leve risa divertida para que no se notará tanto sus nervios e incómoda. Claramente no quería tener problemas con su novio, pero hacía tanto que no se veían y ya era necesario hacerlo, aunque sea una vez.
—Eh, puede ser mañana... Si, mañana estoy libre, Juli va viajar para Buenos Aires por la mañana así que, en la tarde nos podemos ver sin ningún problema —contestó convencida de querer verlo y charlar con él un momento.
—Bien. Y que raro que no viajes vos con él, digo, siempre supe que en cada viaje que él tenía vos también ibas, como un perrito por atrás —soltó Santiago logrando que la castaña soltará una carcajada, aunque lo del morocho no había sido un verdadero chiste, era la verdad.
—Pues, no está vez —contestó agachando la cabeza.
—¿Y por qué no? ¿Se pelearon al fin? —preguntó abriendo los ojos sorprendido aunque Marie no contestaba. En su corazón y cabeza había cierta felicidad e ilusión por saber que al final se habrían pelado y Julián por fin viajaría sin ella a Buenos Aires, lo cuál le daba lugar para poder encararla y tenerla para él, solo para él.
—Eh... No nos peleamos, ¿por qué siempre piensas eso? —frunció el seño molesta—. No voy a ir con Julián está vez porque él ya no vuelve, se va ir a vivir allá en la pensión de River y bueno, por eso —una pequeña lágrima salió de sus ojos al decir que su novio se iría. Le partía el alma tener que entender que no se volverían a ver por mucho tiempo, sobre todo porque desde siempre fueron muy pegado uno al otro y a público se sabía que ninguno podía soportar estar tanto tiempo separados. Es por eso que nunca solían pelearse, lo cuál era sorprendente para algunos, pero entendible porque el amor es más fuerte y cuando estás con la persona correcta no hay nada ni nadie que lo pueda cambiar simplemente lo es.
Y Julián con Marie eran ese amor correspondido.
—Bueno, espero que le vaya bien a Juli, creo que después de todo se lo merece, ¿no? —Santigo sonrió porque al menos saber que su novio estaría lejos por un buen tiempo, le daría lugar a él para conquistarla, aunque eso fuera real solo en su cabecita. Marie nunca miro a nadie más que a Julián, para ella lo es todo y mucho más.
—Bueno, nos vemos mañana, tengo que volver con mi... —no terminó de hablar cuando Santiago se la acercó ferozmente y le encajo un beso en la boca. Marie no correspondió aquel beso forjado, pero de igual forma sus labios estaban unidos uno al otro por un buen rato hasta que ella logró separarse—. ¡¿Que haces?! —gritó enojada, molesta y muy molesta—. No ves que tengo novio.
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Agostina | Julián Álvarez
Fanfiction"Después de dos años renace el amor." Marie, actríz y modelo, se muda a Buenos Aires por una gran propuesta de trabajo. Sin embargo, aquel no es solo un trabajo sino también un reencuentro con el padre de su hija, quién ni siquiera sabe que la tiene...