13. Cena familiar

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Sábado 2 de octubre, 2021.

Julián Álvarez.

La cabeza me iba en mil. No sé cómo le voy a explicar a mis viejos que tengo una hija de 2 años. Estoy nervioso porque no sé cómo se lo vayan a tomar. Ojalá que bien. Resulta ser que hace unos días o mejor dicho, hace dos días llegaron mis viejos desde Córdoba a visitarme y bueno, he decidido que les voy a presentar a Agostina sus abuelos. Más que nada porque van a estar varios días y no lo voy a poder ocultar.

Mis hermanos ya lo saben y se lo tomaron bien, al menos Rafa porque Agustín estuvo conmigo cuando me enteré que soy papá, así que él siempre lo supo y fue bien.

—Mi amor —le hablé mientras bajaba el volumen de la música del auto y ella no tardo en mirarme—, hoy vas a conocer a tus abuelos —solté y ella abrió sus ojos muy grande—. Ay, Agos, se van a salir tus ojos —me reí.

—Perdón —se ríe levemente—. ¿Pero, voy a conocer a mis abuelos, seguro? —me mirá fijo y yo asenti con la cabeza.

Cuando llegamos al departamento, la baje y subimos hasta nuestro piso. Despacio pasamos y la agarre de la mano a Agos para que no entre corriendo y se pegue una sorpresa mi mamá. Por suerte, todos estaban en la cocina probablemente tomando mates. Cuando entre a la cocina me gane la mirada de todos al igual que mi hija. Ella empezó a ponerse nerviosa así que, entonces la alcé en mis brazos mientras que Agus se ponía a mi lado como un guardaespaldas de esos de película.

—Mamá, papá, tengo que decirles algo —hablé tratando de no hacer notar mis nervios. Mi mamá me miraba un poco obvia y es que probablemente ella ya se dio cuenta—. En realidad, quiero presentarles a mi hija, Agostina —solté como si fuera lo más común.

—¿Que? —me mirá sorpendido mi papá y mi mamá solo rueda los ojos al ver la reacción de mi papá. Yo me reí, pero de los nervios—. ¿Cuando...?. ¿Cómo...?

—Ay, Gustavo, deja de preguntar tanto y ven a saludar a tu nieta —se queja mi mamá levantase para acercarse a mí—. Hola, mi princesa —sonríe agarrándola de los cachetes—. ¿Está preciosura es mi nieta? —yo asenti mientras miraba como ella sonrisa sin entender mucho.

—Ay —se emociona mi papá cuando la ve en los brazos de mi mamá—. ¿Cuando estuviste haciendo esto, Julián? —me mirá y yo sonreí inocente elevando los hombros.

—Al parecer cuando estaba en Córdoba —suelta Agus.

—¿Es de Emilia? —mi madre me mirá con los ojos bien abiertos como si se les fuera a escapar en cualquier momento. Yo negué con la cabeza dejándola tranquila y haciendo que vuelva a poner sus ojos normales porque me da cositas verlos así de sobresaltados.

—Mar —contesté mirándolos y viendo cómo se quedaban sin poder modular una sola palabra—, cuando me vine para aquí, ella se enteró que estaba embarazada.

—¿Por qué no aviso? —pregunta rápido mi papá.

—Eso, ¿por qué? —me mirá mi mamá mientras le pasaba la criatura a Agus. Mis viejos nunca se enteraron lo que realmente había pasado aquella última noche en Córdoba—. Nunca nos contaste por qué terminaron, ¿que paso?

—¿Por qué ella desapareció así como así? —vuelve a preguntar mi papá y está vez me animo hablar.

—Porque... porque no sé si vos te acordás que nosotros habíamos terminado por algo de ella y bueno, esa noche supuestamente ella se chapo con un chico o le chaparon, no sé bien cómo fue, cuestión que yo les vi y no quise saber más nada de ella —conté dejándole bocabierta—. Y bueno, yo le había dicho que no la quería volver a ver más y a ella no le quedó de otra que desparecer. Después, hace casi un mes nos volvimos a reencontrar y bueno, me enteré que tenía una hija y después ella me dijo que esa hija era mía, ¿viste que se parece mucho, no? —dije antes que dijeran alguna estupidez.

Agostina | Julián Álvarez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora