26. Córdoba

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28 de diciembre, 2021.

Mar.

-¿Tenés todo, amor? -preguntó.

-Que si, por milésima vez -ruedo los ojos y ríe.

-Bueno, vamos yendo entonces -se sube al auto con su mate y termo en mano.

-Para que habló por última vez con Lula -digo.

-Ok, pero decile que cuando vuelva quiero la casa de una sola pieza y sobre todo, vivito y coleando a mi perro -me recalcó antes que me acerque a la niñera.

-¿Que tanto? -reí por lo bajo y me dirigí a la mujer.

-Bueno, ya se van -sonríe de costado Lula agarrando de la correa a nuestro enorme rock.

-Si -miré de reojos a mi novio y me esta viendo-, bueno, no creo que sea necesario recordarte la importancia que tiene dejarte a cargo de todo, ¿no? Sobre todo del perro, que es nuestra vida -la miró y asiente siendo consciente.

-No pasa nada, vayan tranquilos -sonrió.

-Ok, adiós -la saludé y volví para subir al auto.

-¿Le dijiste lo que te dije? -preguntó apenas entre al automóvil y asentí sin ninguna expresión demás.

-Papi, ya vamos -se empezó a quejar de atrás Agos.

Nuestro destino se dirigía a Córdoba, una cuidad muy pacífica y para vacacionar en familia. Pero sobre todo, es nuestra cuidad, nuestro hogar y vamos exactamente por aquello, por la familia y a pasar momentos familiares.

Pasamos mucho tiempo y siempre con la familia, ya sea de Julián o mía (aunque muy poco con la mía), pero nos gusta y nunca nos vamos a cansar de hacerlo. Julián siempre ha pasado las fiestas de año nuevo junto a su familia y ahora quiere más que nunca la unión, a nosotras nos hace bien, así que accedemos.

La razón por la cuál viajamos en auto es Agostina, ya en varias ocasiones he dicho que es una persona bastante inquieta y cada dos por tres quiere algo distinto, entonces lo mejor era viajar en auto, ya que además no es muy lejos y no había necesidad en comprarnos los pasajes. Y nos vendría bien un viajecito por carretera en familia, aún que con Agos en el medio no se si sea de lo mejor.

-Pone música -ordeno Julián apenas empezamos el viaje e iba a ser un par de horas.

-¿Caligaris? -reí al ver su playlist.

-Pone algo de cuarteto -me mira de reojos.

Puse la música y así fuimos en silencio, la música era el único sonido en el auto, además del motor.

Me sorprendía la tranquilidad de Agostina durante el viaje, estaba sentada con los ojos puestos en la ventana y el más allá mientras que yo iba eligiendo otra canción cada vez que la última se acababa y nuestro querido Julián Álvarez conducía concentrado en la carretera.

-Mami -hay empezó.

-¿Que, amor? -me di vuelta para verla.

-Mira eso -apuntó por la ventana un campo de llamas y otros animales que estaban cerca-. ¿Que son, mami?

-Llamas, amor, esas blancas son llamas -dije.

-Ah, ¿y por qué no se queman? -preguntó y al ver a Juli veo que se está riendo por lo bajo, acto que me hizo reír también, pero me contuve-. ¿Por qué, ma?

-Porque... -Juli se sigue riendo-. Pregúntale a tu papá.

-Papá, ¿por qué las llamas no se queman?

-Porque estás llamas son mágicas, amor -le dice y se queda mirando sorprendida.

Negué con la cabeza y mirándo mal a mi novio, me volteó a ver por la ventanilla, dispuesta a olvidar la escena. A veces o casi siempre, Julián es peor que un niño chico.

Agostina | Julián Álvarez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora