Capítulo 14.

6.3K 618 559
                                    

GP de Australia, 2015.

Max.                                

Era mi primera carrera en fórmula uno, el primer gran premio que corría, jamás había estado tan nervioso en mi vida, todos parecían tan confiados, tan expertos. Estaba compitiendo con los más capacitados y mejores pilotos del mundo, sólo había veinte puestos y si queríamos ser parte de esos veinte había que ser extraordinario, pero yo no me sentía extraordinario.

Mi padre siempre había dicho que era el mejor, que me había criado para ser un campeón y que yo lograría convertirme en una leyenda, me gustaba correr, era lo único que había hecho durante toda mi vida, pero no estaba seguro de amar esto, ser campeón no era mi sueño, era el de mi padre.

Los mecánicos pasaban frente a mí, todos se estaban preparando, la carrera comenzaría en menos de una hora.

¿Y si yo no era realmente bueno? ¿y si no servía para esto? ¿Y si terminaba como siempre, decepcionando a mi padre y a todo el mundo?

De repente el aire comenzó a faltarme, no podía respirar correctamente, me dolía el pecho y estaba sudando, no podía hacerlo, no podía subirme al monoplaza y correr, esto era un error, yo no era ni de lejos un campeón, era una decepción, un fracaso, un...

—Oye, oye ¿estás bien?

Alguien se hinco frente a mí, el traje estaba ahogándome, necesitaba respirar y con el no podía hacerlo, intente quitármelo, pero las manos me temblaban y se me resbalaban a causa del sudor.

—Respira, mírame e intenta respirar conmigo ¿bien?

Reconocí al chico frente a mí, era Sergio Pérez, el piloto de Force India. Respire al mismo tiempo que él, inhalando y exhalando cuando él lo hacía.

—Bien, así, una vez más. Inhala, uno, dos, tres, cuatro, cinco. Suelta.

Continúo respirando conmigo durante unos minutos hasta que poco a poco mi corazón comenzó a latir como era normal y mis pulmones lograron recibir el oxígeno que necesitaban.

—¿Ya estás mejor?

Asentí con la cabeza.

—Creo que estoy enfermo, no podré correr así, tendré que retirarme.

—No estás enfermo —él se levantó del piso y se sentó a mi lado en el borde de cemento— solo tuviste un ataque de pánico, es normal que estes nervioso en tu primera carrera, pero una vez que te subas a tu monoplaza, que des tu vuelta de formación, que te coloques en tu posición y que las luces se pongan en verde, una vez que la carrera comience, estos nervios se irán, solo serán tu monoplaza y tu corriendo a más de doscientos cincuenta kilómetros por hora en cada curva del circuito, sentirás tu pulso a tope y pensarás que el corazón se te saldrá del pecho en cualquier momento, pero será por la emoción, por la adrenalina que supone ser un piloto.

Sus ojos brillaban mientras describía aquello y me hizo querer sentirlo también.

—¿Así es como tú lo sientes? —él asintió con una sonrisa en su rostro— pero ¿Qué pasa si yo no soy bueno? ¿Qué pasa si no estoy hecho para esto?

—Estas aquí, eso ya te convierte en uno de los veinte mejores del mundo, si estás hecho o no para esto, no lo sabrás hasta que lo intentes.

Él parecía tan confiado, tan seguro de sí mismo, quería sentirme de esa forma, tener la confianza que él estaba mostrando.

—¿Cómo haces para no estar nervioso?

—¿Quién dijo que no estoy nervioso? La verdad es que antes de cada carrera siempre paso una hora dentro del baño.

Another love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora