Another love.

Capítulo 17.

Max.

La fiesta de celebración post carrera sería en menos de dos horas, Sergio y yo no nos veríamos hasta la noche, él tenía que hacer algunas cosas con Carlos y Hamilton y aunque aquella idea no me gusto, al final tuve que resignarme y quedarme con Sid.

—¿Qué piensas que haces esta vez?

Mi padre entró a mi habitación sin anunciarse primero.

—Saldré a celebrar, también tengo derecho de hacerlo de vez en cuando y no tengo que pedirte permiso, ya estoy lo bastante grande.

—No hablo de eso idiota, Ricciardo ¿Qué se supone que haces con él?

—¿Daniel? Bueno, hubo mal entendido y nos peleamos, pero ya se disculpó con Sergio y...

—Hablo de esa estupidez de sacar a Pérez y darle su asiento a ese idiota inservible ¿Por qué sigues con él? Me dijiste que eso había terminado.

No supe qué responder, tardé en asimilar lo que mi padre dijo, él lo sabía, pero ¿Cómo?

—Entonces es verdad —él se llevó las manos a la cabeza cuando yo no respondí y se sentó en el borde de la cama— ¿por qué lo estás haciendo? ¿Ricciardo te está amenazando? ¿Tiene algo que pueda utilizar contra ti?

No quería hablar de esto con él, era mi padre, pero no tenía derecho a meterse en mi vida.

—Lo estoy haciendo porque quiero, no me está amenazando con nada, yo simplemente... yo... —me estaba costando decir aquello, no sabía si era por el hecho de admitirlo frente a mi padre o por otra razón— yo... lo amo.

Y al decirlo supe que era mentira, yo ya no amaba a Daniel, nunca lo había hecho.

—Eso que sientes por Ricciardo no es amor y lo sabes, eres listo Emilian, yo te crié para que fueras más listo que esto y mírate ahora, te están utilizando como un títere.

—Tal vez no lo sé, tal vez no sé cómo se supone que debe sentirse el amor porque carecí de ello toda mi vida y no sé porque ahora te interesa, estoy ganando, estoy luchando por el título este año, mientras siga haciendo ¿Qué más te da lo que haga con mi vida? Tendrás lo que siempre quisiste ¡un maldito campeonato! Y no entiendo que intentas hacer fingiendo que te interesa, tu jamás aceptaste quien yo era, me odiaste por eso, me golpeaste hasta el cansancio y ahora finges que me apoyas, solo... ¡solo déjame tranquilo!

—¡Yo no te odiaba! Nunca lo he hecho, trataba de hacerte más fuerte, eras un chico homosexual en un mundo de hombres machistas y homofóbicos que no iban a entenderlo, que iban a discriminarte y menospreciarte por eso, tendrías que luchar más duro y esforzarte el doble que los demás todos los malditos días, yo quería que entendieras eso, que fueras fuerte, que supieras defenderte y soportar los golpes sin bajar la cabeza, sin doblegarte, quería hacerte un hombre capaz de soportar cualquier cosa.

—No me vengas con ese cuento, no intentes hacerme creer que todo lo hiciste por mí y por mi bien —todo el resentimiento acumulado por años hacia mi padre exploto en mi interior, exigiendo salir de mi cuerpo— yo sabía lo difícil que sería para mí, no necesitaba que tú me hicieras fuerte, de eso ya tenía mucho fuera de casa, necesitaba que fueras mi padre, que me apoyaras, que me quisieras tal y como era, viví un infierno cuando ella se fue, viví un infierno cuando entendí que yo era diferente a todos mis amigos, viví un infierno cuando ellos se dieron cuenta de eso, lo único que necesitaba era un lugar donde pudiera sentirme a salvo, seguro,  pero tú me hiciste vivir un puto infierno incluso en casa, todos los malditos días me hacías odiar el hecho de estar vivo, esa es la verdadera razón por la que la odio ¿sabes? Odio a mi madre porque ella se fue, porque yo quería hacer lo mismo, todos los malditos días quería morir, pero no podía hacerlo porque ella ya no estaba y si yo también me iba dejaría a Victoria sola contigo y no podía hacer eso, no podía abandonarla como ella lo hizo, la odio porque al quitarse la vida también me quitó la oportunidad de hacerlo y me obligo a tener que soportar el infierno que tu creaste para mí y mi hermana.