12 | Todo mi cuerpo tembló de cólera la primera vez que te vi

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—Muy bien, andando

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—Muy bien, andando. El aroma de mi esposo esta a unos pocos kilómetros de aquí.

Habían cruzado el muro de espinas y, al otro lado, todo lucía diferente; el bosque tenía una apariencia distinta. Los árboles se alzaban majestuosos, algunos con formas y tonos que no se veían en el resto del bosque. Las hojas parecían más exuberantes, llenas de vida y colores más intensos. La luz que filtraba entre las ramas era más brillante y parecía danzar de forma distinta, creando reflejos y sombras inusuales que pintaban un cuadro de ensueño.

Sakura se sentía maravillada al verlo por primera vez, como si hubiera descubierto un mundo completamente nuevo. La belleza y la atmósfera única del bosque tras el muro de espinas la dejaron sin aliento, haciéndola pensar que jamás podría presenciar algo tan extraordinario en otro lugar. 

Mikoto lideraba el paso entre las malezas. Mientras tanto, ambas mujeres la seguían de cerca. El ritmo de la licántropa era ágil y cauteloso en la tierra irregular y enmarañada. Algo que realmente admiraba, cualquiera desearía acoplarse de esa forma con la naturaleza.

A medida que se adentraban más en la densidad del bosque, los sonidos se volvían más escasos, reduciéndose a un eco lejano de aullidos y el susurro incesante de la vegetación. Aquello provoco un revoltijo en el estomago de Sakura, eso quería decir que estaban cada vez más cerca de un camino directo a la salvación o a un destino peor que la muerte. El suelo parecía tornarse resbaladizo, las raíces retorcidas de los arboles se entrelazaban en espirales volviendo el terreno más complicado. Sin embargo, Mikoto parecía manejarlo con familiaridad.

El aroma de Fugaku se intensificaba, aquello era buena señal.

—Estamos cerca, traten de no separarse.

Tsunade rodeó con su brazo el hombro de su sobrina, ofreciéndole una protección silenciosa y reconfortante. Avanzaron unos tramos más hasta que simultáneos murmullos penetraron el agudo oído de Mikoto. Finalmente habían llegado, el resto de la travesía fue gratamente favorecida por la placida luz gracias a las numerosas antorchas colocadas aún lado del camino.

De pronto, una serie de pisadas desiguales capto la atención de las tres mujeres, la dirección era precisa, directo hacía ellas. El susurro de los pasos, inicialmente apenas perceptible, se intensificó a medida que el grupo se aproximaba. Las hojas crujían bajo la presión de los pies y con cada segundo que pasaba se volvían más nítidos. Mikoto se detuvo en seco, agudizando su audición para discernir la identidad del intruso.

Aquel aroma la hizo sonreír.

Un instante después, una figura familiar emergió entre los árboles, revelándose a la luz parpadeante de las antorchas. Naruto, con su cabello dorado y sus ojos azulinos, se destacaba entre la penumbra del bosque. El alivio brilló en sus ojos al ver a su madre sana y salva, pero grande fue su sorpresa al ver que llegaba acompañada.

Aquella gentil sonrisa se transformo en una mueca perturbada, la misma expresión que Sakura poseía al reconocer el rostro del muchacho. Ella trago saliva mientras ambos se miraron fijamente bajo la curiosa ojeada de Mikoto y la vacilante observación de Tsunade.

FOREST | SasusakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora