9 | La verdad

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A medida que se acercaban al hogar de Tsunade, la incomodidad entre ambas mujeres iba en aumento

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A medida que se acercaban al hogar de Tsunade, la incomodidad entre ambas mujeres iba en aumento. La acalorada conversación que habían tenido una con la otra seguía resonando en el aire, creando un ambiente cargado de emociones y palabras no dichas. Cada paso que daban parecía pesar más, como si llevaran consigo el peso de la "discordia" que las había separado momentos antes.

Por otro lado, la preocupación que en esos momentos parecían consumir a la rubia se mezclaban con el frenesí. En parte era su culpa, el no haber acompañado a Sakura y no haberla persuadido mejor. Ahora por su falta, su sobrina estaba entre la espada y la pared. Conocía a Mikoto, aquella mujer de gran corazón no seria capaz de cometer algún daño contra Sakura, pero sabía perfectamente que una gran parte del pueblo "lobo" haría lo que fuera para protegerse así mismos.

Pasado varios minutos, el hogar de Tsunade se alzaba ante ellas. La cabaña acogedora que contrastaba con la tormenta de emociones que sentían en su interior. El viento susurraba a través de los árboles, como si la naturaleza misma reflejara la agitación que sentían en ese momento.

Al entrar en la cabaña, el ambiente se volvía aún más palpable. Los objetos familiares que adornaban las paredes parecían observarlas con una mezcla de nostalgia y expectativa.

Al cabo de unos momentos, Tsunade rompió el silencio.

—Desde que Dan murió, me volví un animal solitario—dijo Tsunade en tono sarcástico. Mikoto abrió los ojos algo sorprendida, pero al oír tal comparación no pudo contener una risa nasal.

 El comentario logró aligerar el ambiente tenso entre ellas, incluso por un momento.

—No podría imaginar mi vida sin mi esposo. Lamento tanto lo que paso, Tsunade—Sinceró la pelinegra, y añadió—Quiero proteger a mi familia también, por eso estoy aquí.

La mencionada soltó una larga exhalación mientras asentía. Esta situación la estaba sobrepasando. Habían tantas emociones en su interior, algunas que anteriormente estaban enterradas en lo profundo de sus memorias y otras a flor de piel.

"Sakura, de verdad me provocaras un infarto estos días."

Tsunade carraspeo tratando tragar el inmenso nudo en su garganta, y de pronto la conversación retomó un tono más serio.

—No quiero que se vea arrastrada en un conflicto que podría ser peligroso para ella y en donde, hasta el momento, no tuvo nada que ver—Dictamino con reproche—. Sé muy bien de lo que son capaces, Mikoto, y a decir verdad, agradezco tu compasión. En otras circunstancias ni siquiera habrían preguntado por el nombre de la chica. Lo digo por que, si hubiera sido por Fugaku, ella ya estaría muerta —añadió Tsunade, con un tono cáustico.

Mikoto frunció el ceño, claramente ofendida.

—No hago daño a gente inocente, no hasta que se demuestre lo contrario— Dijo Mikoto con firmeza, dejando claro su posición. Sin pedir permiso, tomó asiento en uno de los sillones que Tsunade tenía en su cabaña. Ambas mujeres se miraron con desafío, una chispa de determinación brillo en sus ojos mientras se enfrentaban a un terreno incierto.

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