CAPÍTULO 7

30 6 95
                                    

Estaba oscuro, tan oscuro que ni siquiera podía ver sus propias manos o pies, pero sabia una cosa, se estaba moviendo.

Y no estaba solo.

En menos de un instante, la luz ilumino el lugar, pero no era una luz muy intensa, era la luz necesaria para distinguir que había a su alrededor, estaba en el bosque, los grandes y frondosos arboles lo rodeaban por completo, el aire frio y el ambiente húmedo provocaron un escalofrío en su cuerpo de pies a cabeza.

¿Por qué estaba en el bosque?

De pronto, una voz llamo su atención, era una voz agitada, él se dio la vuelta, encontrándose con una chica arrodillada en el suelo mientras respiraba con agitación, en poco tiempo la respiración agitada se volvió un sollozo.

Él se acercó a aquella muchacha, quiso decir algo, preguntarle si se encontraba bien o si necesitaba ayuda, pero las palabras no salieron de su boca por más que intentara, era como si una fuerza inexistente estuviera cubriendo su boca, evitando que de ella saliera sonido alguno.

El sonido de una rama sonó, provocando que la chica se pusiera de pie y mirara a todos lados con una mirada desesperada.

¿Quién está ahí?—Pregunto ella.

Fue entonces que abrió sus ojos con sorpresa, esta muchacha era Ana, su compañera de clases y la cual acababa de ver hace tan solo unas horas, ¿qué estaba haciendo ella sola en medio del bosque? ¿Acaso esto era un sueño?

Una vez más, el sonido de ramas siendo rotas llamo la atención de Ana, ella se giró lentamente con lágrimas en sus ojos, las cuales cayeron por sus mejillas apenas lo miraron, él frunció el ceño, estaba asustada, Ana lo miraba con terror, retrocediendo con lentitud mientras sus sollozos se incrementaban al igual que la confusión en su cara.

Ella negó con desesperación para luego murmurar con una voz temblorosa. —No me hagas daño... por favor...

Alai se recompuso con rapidez apenas abrió sus ojos, él miro a su alrededor confundido.

Sí... fue un sueño...

Pensó él, y uno que no le gustó mucho.

Él llevo sus manos a su rostro, limpiando el sudor frio que cubría toda su cara y cuerpo, incluso su cabello estaba mojado. Fue un sueño que le había dejado un mal sabor de boca, algo no estaba bien del todo con el.

Alai fue al baño y lavo su rostro, para luego bajar y buscar a su abuela, la cual no aparecía por ningún lado, no estaba en su habitación, ni en la sala, ni en la cocina.

Él salió al patio en busca de la mujer, la cual encontró apenas puso un pie fuera de la casa, ella se encontraba sentada en el pórtico con tranquilidad en una mecedora mientras sostenía una taza de café humeante, al verlo ella sonrió.

—Ya es bastante tarde, ¿dormiste bien?

—Algo. —Respondió Alai abrazándose a sí mismo al sentir el aire fresco golpear su piel. —Tuve una pesadilla.

Él miro los alrededores, había un completo silencio rodeando la casa, lo único que se escuchaba era el choque de las hojas provocado por la fría brisa que corría. El cielo estaba cubierto de nubes completamente grises, provocando que la luz del día se volviera escasa.

Alai miro los grandes arboles del bosque que rodeaba la gran casa de su abuela con inquietud.

—¿Qué clase de pesadilla? —Pregunto su abuela llamando su atención. —¿Fue muy mala?

Alai se sentó en las escaleras del pórtico mientras asentía levemente. —Digamos que fue inquietante y extraña.

Su abuela lo miro con duda. —¿Por qué?

LAS FLORES QUE EL BOSQUE SE TRAGO [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora