CAPÍTULO 11

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Para cuando ambos detectives llegaron a su destino, la luz del sol ya había desaparecido, siendo remplazada por la luz artificial que era emitida por los postes al lado de la carretera.

Juntos entraron a la Panadería Brown, el olor a pan recién horneado y el calor los rodearon apenas pusieron un pie dentro del establecimiento.

Brenda se acercó con alegría a la barra, al notar que no había nadie allí, ella comenzó a tocar una pequeña campana incontables veces sin parar.

—¡Hola! ¡¿Hay alguien quien nos atienda?! —Ella se dio la vuelta y lo miro con molestia mientras seguía tocando la campana. —Que groseros, ¿por qué no hay nadie aquí?

Ulises golpeo su rostro y miro a su compañera con enojo, él tomo su mano escandalosa y la aparto con brusquedad. —¡Cállate! ¿Qué te pasa? Probablemente están a punto de cerrar y nosotros somos los únicos maleducados.

Brenda aparto la mano de Ulises y dijo mientras continuaba golpeando la pequeña campana. —Imposible, cierran a las nueve treinta.

Ulises volvió a apartar la mano de Brenda. —Aun así, creo que con que hayas tocado una vez la campana es suficiente.

Brenda miro a Ulises con seriedad, lentamente acerco su mano una vez más a la campana y comenzó a golpearla repetidamente, ella lo ignoro y grito una vez más. —¿Hola?

Cansado, Ulises la ignoro, camino por un pequeño pasillo al lado de la barra para luego sentarse en una de las varias mesas que había en esta otra habitación, fue después de ponerse cómodo que Ulises se dio cuenta de la otra presencia en el lugar.

Era una pequeña niña sentada en una barra que daba como vista la calle, sus pequeñas piernas colgaban en el aire mientras se movían inquietas, su largo y rizado cabello temblaba ante el movimiento de sus manos, parecía estar escribiendo algo, a pesar de estar tan cerca y en el mismo lugar, la pequeña no parecía haberse dado cuenta de su presencia en la habitación.

Ulises la ignoro de igual manera, sabía perfectamente porque lo ignoraba, de hecho, la respuesta no era muy difícil.

—Ahhh, quiero irme a casa y abrazar a mi esposa mientras duermo. —Brenda apareció, ella bostezo y estiro sus brazos a la vez que decía esto con el ceño fruncido. Luego de acomodarse en una silla a su lado, Brenda también se dio cuenta de la niña, a diferencia de Ulises, ella sonrió alegremente. —¡Molly! ¿Qué haces ahí?

La niña no se movió, ni siquiera reacciono a las palabras de Brenda. Ambos detectives se miraron sin decir nada.

—Lo siento, me temo que ahora mismo no puede escucharte.

Apenas iba a abrir su boca y Brenda fue interrumpida por un hombre alto que se acercaba a ellos con una pequeña libreta en la mano.

Brenda sonrió al escucharlo. —Oh, ya veo, ¿no trae su aparato?

—No, está terminando su tarea, se distrae con facilidad, así que le pedí que lo apagara un rato mientras la terminaba. —Respondió el hombre, él los miro algo apenado y continuo con una sonrisa. — Y buenas noches, lamento hacerlos esperar, me encontraba apagando los hornos.

Brenda sonrió con despreocupación. —No te preocupes Eddie, acabamos de llegar de todos modos.

El hombre llamado Eddie sonrió una vez más. —Me alegro, ¿qué les gustaría tomar?

Brenda comenzó a hablar con brillo en sus ojos mientras sostenía el menú en sus manos. —Yo quiero un café de caramelo con mucha crema batida, uy, también que lleve muchas chispas de chocolate, amo el chocolate, ¿Qué más? ¿Qué más? ¡Ya se! Me traes también una charola de galletas... que también sean de chocolate, ¡Si! ¡Que delicioso, ya me lo estoy saboreando!

LAS FLORES QUE EL BOSQUE SE TRAGO [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora