Día de muertos
Lo último que recordaba haber visto fue su rostro, totalmente colérico ante la idea de perder todo lo que había ganado con sacrificios inhumanos. Ernesto de la cruz, su antiguo ídolo, aquel que había creído que era parte de su familia y que eso debía valer de algo. Como se había equivocado....
Después de eso, se sumió en una profunda oscuridad, tranquila, vacía, como si estuviera en un simple sueño. Creyó que después del golpe de la caida habría dolor, pero se sorprendió al encontrarse sumido en una gran paz, aunque también, un fuerte miedo atacó. ¿Acaso estaba... muerto? ¿Qué sucedería ahora? Su abuela, sus padres, su hermana, Mamá Imelda, Papá Héctor... ¿Por qué todo se ve tan lejano?
Estuvo así por segundos, o al menos lo que se sintió de esa forma. ¿Cuanto había pasado realmente? ¿Minutos? ¿Horas? ¿Días? El concepto del tiempo parecía cuanto menos más inoportuno en estos momentos.
¿Donde estaban la Catrina o incluso Xibalba cuando los necesitaba? Se suponía que ellos eran los líderes de aquel mundo pero no estaban por ningún lado. Se sentía tan perdido que quería llorar.
"No entiendo... ¿Qué está pasando?" Quizás él no era tan importante....
Repentinamente, abrió los ojos mientras respiraba agitado, tratando de recuperar el aliento, como si hubiera despertado de una pesadilla. Un dolor punzante en la palma de su mano hizo que se quejara y mirara la zona. Su mano, ahora con su piel completamente transparente mostrando su esqueleto, tenía una extrañas marcas negras que se extendían por su antebrazo.
Lo había visto antes. Cuando estaba en la tierra de los muertos su mano, además de empezar a dejar ver su esqueleto, comenzó a tener una rara pero insignificante marca negra formándose sobre la linea de vida de su mano. Parece que ignorarlo no había sido su mejor idea.
Revisó el resto de su cuerpo, buscando alguna otra extrañeza, notando que más allá de ver su esqueleto (Algo a lo que ahora estaba acostumbrado) no había nada extraño lo cual resultaba inquietante teniendo en cuenta que había sido arrojado de un gran edificio.
Una voz resonó en el lugar hasta llegar a sus oídos, hablándole con una gran confianza y asustándolo en el proceso. No era la Catrina o Xibalba. Esta voz era extraña, profunda y demoníaca. Le provocó escalofríos y levantó la vista hacia la figura que había aparecido frente a él.
-Oh vaya, parece que has despertado.
El "hombre" llevaba un típico traje de charro, común a la vista de cualquiera pero por alguna razón algo no se sentía del todo bien. El traje era de color negro y su gran sombrero cubría sus ojos, ¿Cómo diablos veía con esa cosa?
-Tranquilo niño, no soy tu enemigo. De hecho, vengo a ayudarte.
Observó al "hombre" extenderle la mano, notando como el tono negro la cubría completamente, pareciendo un guante. Dudó un poco al principio, pero terminó por aceptar la ayuda y ponerse de pie.
La habitación a su alrededor parecía similar a una biblioteca antigua, solo que en lugar de libros, todos los altos estantes se encontraban vacios y lleno de telarañas o pequeños trozos de vidrio. El resto del lugar también se veía sucio y destrozado ahora que hechaba un segundo vistazo.
-Perdona el desastre, este lugar no está en su mejor momento.
"¿Esta cosa tuvo un buen momento?" Preguntó internamente mientras levantaba lo que parecía ser un pedazo de fotografía quemada, mostrando únicamente la zona en la que se encontraba un gran caballo negro siendo montado por... ¿Eso era una sombra?
Arrojó el pedazo que quedaba de pintura a un lado, sin darle mucha importancia.
-¿Dirás algo o solo te quedarás en silencio?
-...
No supo que decir por el momento pero después de unos segundos, reaccionó y se aclaró la garganta, tratando de ver al ente sin tener escalofríos de por medio.
-Uh... ¿Quién eres...?
Preguntó dudoso mientras se sorprendía al escuchar su propia voz, antes suave y melódica, ahora rasposa y quebrada. No era su voz en lo absoluto, quizás la caída si le había afectado gravemente después de todo.
-Yo solo soy alguien que quiere ayudarte ofreciéndote un trato, ¿Por qué no me escuchas y lo consideras?
-¡Miguel!
En la tierra de los vivos, la situación empeoraba cada vez más para los señores Rivera. Toda su familia estuvo toda la noche entera recorriendo el pueblo, intentando encontrar al chico sin mucho éxito.
Supieron que había intentado anotarse al concurso en el que tanto quería participar pero que no lo había logrado. Sin embargo, más allá de eso no había nada. Ni siquiera una mísera pista de en donde podría estar.
La señora Rivera se encontraba llorando desconsolada en los brazos de su marido quien hacía de todo para calmarla y no llorar junto con ella. La matriarca de la familia caminaba de un lado a otro, nerviosa, desesperada. El resto de la familia continuaba buscando por el pueblo y preguntando a la gente que estaba despierta, aún con la esperanza de encontrar a Miguel por algún lado.
Sin embargo, poco sabían que la tarde anterior sería la última vez que lo verían.
ESTÁS LEYENDO
El problema de amar
FanfictionLuego de caer del edificio del que De la Cruz lo había arrojado, Miguel es "salvado" por un extraño ente. Sin embargo, no tarda en darse cuenta de que quizás su ayuda no era más que un castigo que se forjaría con el tiempo. Hiro Hamada trataba de so...