Capítulo 13

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Máscara

Tras el pasar de las noches, Hiro se encontraba otra vez despierto a pesar de la hora, aunque esta vez solo estaba jugando en su consola.

Estaba concentrado, tratando de superar su propio record en el juego mientras presionaba los botones con aparente descontrol para lograr eliminar a la mayor cantidad de zombies posibles.

— Eh?!

Repentinamente dejó de jugar al notar como los botones se presionaban solos en un desorden completo, llevándolo a perder en poco tiempo. No necesitó pensarlo dos veces para saber de quien se trataba.

— Miguel!

La luz de su habitación se encendió dejando ver al otro chico sonriendo con inocencia.

— Hiro! Hola —El pelinegro frunció el ceño, observándolo con molestia y cruzándose de brazos— ¿Me extrañaste?

— I hate you [Te odio]

— No es cierto

No, no lo era, ¿Como podía fingir irritación cuando el otro le sonreía con tanta dulzura? Solo pudo suspirar derrotado como siempre lo hacía en lo que el moreno se sentaba a un lado suyo con aquella misma sonrisa.

— You are just jelous because you never knew how to play [Tu solo estás celoso porque nunca supiste como jugar]

— Te odio —Ahora era Hiro quien sonreía de manera arrogante y divertida— De todas formas, no es para joderte la vida que vine aquí de nuevo.

— You know you never really bother me... [Sabes que nunca me molestas realmente...]

Su tono cambió a uno más calmo y comprensible mientras dejaba el juego a un lado. ¿A quien le importaba superar su propio record si podía pasar su tiempo con uno de sus mejores amigos (Y principalmente el chico que le gustaba)? Él nunca consideraría al otro una molestia

Miguel lo observó solo un pequeño segundo antes de apartar su mirada con el rostro ardiéndole. ¿Cómo es que el otro chico podía soltar esa clase de comentarios de esa manera sin vergüenza? ¿Es que acaso no veía como lo estaba empezando a afectar?

— So, what did you want? [Así que, ¿Qué querías?

El moreno salió de su pequeña nube aunque no quiso dirigirle la vista aún. Hiro no pudo evitar notar como el más bajo apretaba sus propias rodillas antes de guardar su mano en sus bolsillos, estaba tenso.

— Bueno yo... Realmente lo estuve pensando, ¿sabes? Quiero ser un buen amigo y no venir en medio de la noche como un maldito lunático. —La risa del otro lo calmó, como si el menor tuviera una especie de efecto tranquilizante y familiar, lo que lo hizo sentirse más en confianza, al menos por unos segundos— Lo intenté pero... no puedo. No consigo quitarme esto...

El problema de amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora