Capítulo 9

724 93 31
                                    

Recuerdos

Después de tanto tiempo, continuar con su viaje era inevitable

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Después de tanto tiempo, continuar con su viaje era inevitable. Hiro ya se había acostumbrado a esa rutina. Salía con su tía a conocer algunos lugares, le comentaba a sus amigos en algunos mensajes y después se perdía en su propio mundo al encerrarse a sí mismo en el cuarto de hotel para jugar videojuegos o armar algún prototipo que tenía en mente.

La mejor parte de su día podría ser (Y de hecho era), el momento en el que el moreno aparecía. Cada día que pasaba, lo veía más sonriente y, por alguna razón, con los ojos menos brillantes que cuando lo encontró por primera vez. Aún así nada le quitaría el pensamiento de lo bellos que eran sus ojos.

Lo cierto es que habían pasado tardes tan lindas juntos y esos recuerdos se mantenían en su memoria, aferrados como si no quisieran soltarlo por nada del mundo. Cada vez que se sentía desganado y sin energías para enfrentar el nuevo mundo en aquel país al que ya se estaba empezando a acostumbrar, utilizaba esas memorias para animarse.

 Cada vez que se sentía desganado y sin energías para enfrentar el nuevo mundo en aquel país al que ya se estaba empezando a acostumbrar, utilizaba esas memorias para animarse

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ambos se encontraban sentados en la cama, mientras Miguel sostenía su ya característica guitarra de madera. Le enseñaba a Hiro cada parte del instrumento con emoción, señalando como funcionaba.

El pelinegro no notó en que momento su atención se desvió y ya no le presataba atención a las palabras del moreno, sino al tono de su voz. No observaba sus ojos dorados, sino que admiraba el brillo de su mirada.

— Y para afinarla debes girar las clavijas de esta forma

La manos del mayor se movían con completa familiaridad sobre la guitarra, conociendo cada detalle, cada grieta y reparación, moviendo las clavijas con lentitud pero seguridad mientras prestaba atención al tono que cantaba la cuerda sobre la boca del objeto.

Al acabar, tocó todas las cuerdas al aire, dejando notar la perfecta afinación que consiguió en poco más de unos cuantos segundos.

— How did you learn all that? [¿Cómo aprendiste todo eso?]

— Lo hice yo solo

Comentó el mexicano mientras mejoraba su postura, dejando ver lo orgulloso que se sentía de si mismo ante el conocimiento conseguido mediante sus propios medios.

El problema de amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora