Capítulo 18

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Mariposas fuera del estómago

"Esto no me puede estar pasando..."

Había pensado antes de sentir a Hiro tratando de ayudarlo a sentarse. El menor aún lo observaba con inquietud y culpabilidad tras darle su "respuesta" al robot y a partir de ahí solo podía escuchar sus propios susurros internos.

Nada de esto tenía sentido, ¿se trataría acaso de un mal sueño? "No Miguel, tu nunca duermes, recuérdalo" Se mencionó a sí mismo en pensamientos mientras trataba de formar aquel complejo rompecabezas que se le presentaba y es que su mente no era capaz de comprender el cambio repentino de sentimientos.

Nunca se sintió de esa manera, mucho menos con otros chicos. ¿Quizás lo estaba malinterpretando todo? Debía ser eso. O tal vez solo haya sido la emoción del momento lo que activo esos sentimientos raras. Hacía mucho que no tenía aquella sensación y la sangre recorriendo su cuerpo pudo ser un factor determinante pero...

Cada recuerdo empezó a atacarlo como balas al corazón. Todos esos momentos en los que el menor lo ayudaba con cariño y dedicación y como esas mismas memorias eran las que lo habían mantenido feliz los días anteriores mientras al mismo tiempo le generaban ciertas “náuseas".

"You know you never really bother me... [Sabes que nunca me molestas realmente...]"

"It's okey, I understand you [Está bien, te entiendo]"

"Let me help you [Déjame ayudarte]"

"It's too dangerous, I don't want you to go close and get hurt! [Es muy peligroso, ¡no quiero que te acerques y te lastimes!]"

¿Por qué tenía que pasarle esto justo a él? ¿Que había hecho para merecer tal desgracia? ¿Realmente era... eso?
Llevó las manos a su abdomen ante la familiar sensación de algo removiéndose dentro de él, similares a pequeños temblores en su estómago que incrementaban sus nervios.

"あなたは私が今まで見た中で最も美しい目をしています [Tienes los ojos más hermosos que he visto]"

Miguel sintió como el pelinegro colocó en su regazo y apenas tuvo la oportunidad de comprender que era una cubeta cuando todo aquello que lo sobrepasaba acabó por salir de su cuerpo. Por un breve instante pareció alucinar y creyó ver mariposas allí.

Hiro tomó el cuerpo del castaño, notando que se veía algo pálido después de vomitar. Prefirió no decir nada y con paciencia y ayuda por parte de Baymax lo guio hasta su asiento para que pudiera calmarse.

El cerebro del mayor pedía a gritos alejarse pero una calidez invadió su cuerpo cuando sintió al más alto colocar su cabeza en su pecho y rodearlo con sus brazos. ¿Por qué será que sus abrazos siempre eran tan reconfortantes?

Después de que el robot le explicara a Hiro que los efectos adversos en una reanimación eran normales, este buscó un vaso para servir algo de agua y un pequeño pañuelo para ayudar a limpiarlo. Sin embargo, antes de lograr acercarse, el pelinegro le arrebató los objetos al asistente médico diciendo que él se encargaría.

El problema de amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora