Capítulo 6

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Uno es accidente, dos es coincidencia y tres es un patrón

Dante resopló y sacudió la cabeza al ver a Miguel mantener de manera terca e insistente su negativa

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Dante resopló y sacudió la cabeza al ver a Miguel mantener de manera terca e insistente su negativa. ¿Por qué siempre le terminaba haciendo eso? Creyó que ambos chicos se habían llevado bien, era imposible que se equivocara. Entonces ¿Por qué seguía insistiendo en no salir como siempre?

Él decía que estaba bien pero Dante sabía que era mentira. Tampoco es que necesitara ser adivino, la nube oscura alrededor del moreno lo delataba.

Al hacer la cabeza a un lado pudo ver a esa maldita sombra ya formada detrás de Miguel aunque esta no le prestaba mucha atención al chico como solía hacerlo habitualmente.

No estaba seguro, después de todo era una sombra por lo que no podía ver correctamente su expresión facial, pero algo en el fondo le decía que lo miraba burlón, riéndose de que no pudiera lograr su objetivo y él sabía por qué.

Sabía que Miguel se estaba sintiendo demasiado solo y que su compañía ya no era suficiente. Pero con el paso del tiempo, el propio humano se terminaba aislando cada vez más y más. El color dorado de sus ojos le mostraba lo mucho que la situación le afectaba tras el paso de los años. Apenas lograba recordar como eran sus ojos marrones, esos que habían sido reemplazados sin darse cuenta por esos iris de oro tan aterradores.

No, no podía dejar que esto siguiera pasando, aún sí tuviera que hacer hasta lo imposible, él lo haría todo por aquel al que consideraba su mejor amigo.

El moreno había dejado su guitarra a un lado, desprotegida. La antigua guitarra perteneciente al alma del esqueleto que habían conocido hace mucho albergaba toda clase de memorias. Era su posesión más preciada así que la tomó con cuidado para que no lo notara.

No fue hasta después de varios minutos en el que el moreno quiso tocar algo para distraer su mente en el que notó algo raro. Su mano tocó el cemento frío del suelo y al voltear a ver notó que el objeto no estaba allí.

Con extrañeza, el mexicano se puso de pie y empezó a observar a su alrededor en busca de la guitarra mientras la nube oscura se desvanecía.

"Espera..." No pudo evitar notar que Dante tampoco estaba allí...

- Mierda!

- Mierda!

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El problema de amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora