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Esa paz me duró todo el día, incluso cuando llegamos al Reino Sadida y me llevé una regañina de Alibert por habernos ido sin avisar. Aunque todos nos la llevamos un poco... Pero fue un momento precioso ver como se reencontraban las familias.

Lo malo de todo aquello es que en poco tiempo nos despediriamos. Alibert, Yugo, Adamai y los dos bebés volverían a Emelka. Allí seguro que podrían crecer mucho más sanos y felices que en un frio palacio. Además de que es más seguro para ellos...

Solo el pensar que me separaría de mis amigos y me perdería como crecen aquellos dos, hacia que se me removiéran las tripas. Pensaba que esas aventuras que habíamos vivido ya no se repetirían, o al menos por un gran periodo de tiempo.

Otro punto a tocar era sobre mi destino... Si nuestros amigos se iban de allí al día siguiente, yo también marcharía. Pero no con ellos, no iba a quedarme más tiempo en el palacio por lo sucedido con mis poderes y mi inestabilidad.

Esa misma noche, cuando todo pasó y la mayoría de personas exhaustas descansaban, yo volvía a contar lo sucedido en presencia de mis amigas, del Rey, y del príncipe responsable de aquello que solo se resignada a mirar al suelo.

Veía la rabia en los ojos de Evangelyne, pero Amalia... estaba decepcionada al igual que su padre. Y velando por mi seguridad y la del Reino, el Rey decidió que mi trabajo se realizaría otra manera en la que no me hiciese falta convivir allí. Al menos, no de momento. La princesa estaba de acuerdo, pues sabría que así podría ser de más utilidad y nutrir también mi conocimiento, ya que desde ese momento, volvía a ser aprendiz del Maestro Joris.

Mirando el lado bueno, es alguien en quien confío, y se ha llevado una gran parte de mi crianza cuando era pequeña. No me incomoda, simplemente, ahora me encargaría de asuntos exteriores del Reino, al igual que él como representante del Rey de Bonta.

Supongo que así la carga se me haría menos pesada, y me hacia ilusión salir del palacio. Me gustaba ser dama de compañía pero... Es verdad que necesitaba algo más.

...

La charla terminó y todos fuimos rápidamente a la piltra. Yo en cambio tenía otros planes. Entré en mi cuarto y agarré unas mantas junto con la maceta en la que estaba Eros. Ese nombre es el que le había puesto a la 'hija' de Venus cuando ocurrió aquel incidente. No iba a quedarse con el mismo nombre.

Queria ir al jardín a dormir, alguien tenía que explicarle a mis preciosas plantas que ya no iba a estar ahí para cuidarlas...

Pensaba quedarme toda la noche despidiéndome de ellas y dormir allí, no sería la primera vez que lo hacía. Era un lugar muy cómodo y bonito para pasar la noche.

Recorrí con sigilo todo el pabellón hasta llegar a mi destino, siendo recibida por la 'mirada' preocupada de mis hijas. Me rodearon rápidamente algunas cabezas haciéndome cosquillas, sonreía como una tonta.

Pansy: Vale sí, estoy bien... -Susurraba mientras me agachada en la hierba y apoyaba a Eros en el suelo.- Os voy a echar mucho de menos.

Apoyé mi cabeza sobre la de una de ellas unos cuentos segundos, llegando a sentir como richinaban los dientes por la pena. Se me partía el corazón.

Pansy: Tenéis que prometerme una cosa. -Dije después de acariciar a otra y empezar a hacer un hoyo con mis manos en la tierra.-  Vais a cuidar de Eros como lo hacéis entre vosotras... está bien? Necesita comer mucho ahora, es un bebé.

Mis uñas se llenaron de algo de tierra, pero conseguí hacer un gran hueco para trasplantar a la pequeña planta ahí. Algo que hice rápidamente bajo la atenta vista de las demás.

SHEOHORN (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora