Unidos Somos Fuertes (Chat Noir/Adrien y Tú)

Mega Leech

Un maullido me despertó. —¿Qué pasa, Winter? —cuestioné mientras me tallaba los ojos.

Salí de mi cama. —¿Quieres salir? —le pregunté.

Abrí la puerta de mi habitación para que saliera, estaba a punto de volver a mi cama, cuando escuché de nuevo el maullido.

—¿Ahora qué? —pregunté—. ¿Quieres que te acompañe?

No podía negarme a esos ojos celestes mirándome con tal intensidad. —Ándale pues, vamos —dije, comencé a seguir a mi gato.

Caminó por el pasillo y bajó las escaleras, al estar en el recibidor principal, volteó para asegurarse de que venía siguiéndolo.

Pronto giró hacia la izquierda y llegó a la puerta de la oficina de Gabriel, con su patita le dio un empujón y entró.

—¡Oye no! —exclamé con un volumen moderado—. ¡Winter, ven acá! —lo seguí.

Entré a la oficina y ahí estaba el gato sentado mirándome. —Esto no es gracioso, Winter, no debemos estar aquí —hablé en voz baja, agradeciendo internamente que ni mi madre ni Gabriel estuvieran ahí.

Cuando me acerqué para cargar a Wonder el dio una especie de salto y se alejó. —¡Ven para acá! —dije.

El gato se dirigió hasta el final de aquella habitación y se sentó frente a la pintura de Emilie, giró su cabecita y me miró.

Me quejé por lo bajo, me estresé porque no debíamos estar aquí.

—Winter... —me acerqué a él, e inevitablemente miré la pintura de Emilie y solté un suspiro.

Sentí que Winter, con su pata tocó mi pantorrilla y mis ojos lo miraron. —¿Qué? —le pregunté.

El gatito se estiró en el suelo y comenzó a caminar en círculos, fruncí el ceño ante su comportamiento.

—Winter, hay cámaras aquí, y la última vez que entre aquí a Adrien y a mí nos vieron llevándonos un libro extraño —dijo.

Claro, Winter no me hizo caso, pero al contrario, pronto comenzó a arañar la superficie.

Y maulló. —¿Winter qué...? —fruncí el ceño aún más, Winter no dejaba de arañar el suelo y se restregaba contra él.

—¿Qué traes? —pregunté, lo levanté para dejarlo en otra parte de la habitación, pero el minino regreso al punto donde estuvo arañando para volverlo a hacer.

—¿Qué hay ahí? —le pregunté.

Obvio no me contestó, pero escuché unos pasos, solté un jadeó, cargue a mi gato y me apresuré para salir, me escondí detrás de una columna y vi a Gabriel entrar a su oficina, no sin antes dar una mirada de inspección a todo el lugar.

—Winter, no podemos entrar ahí —le dije.

Volví a subir a mi habitación para prepararme e ir a la escuela.

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—Pues miren que yo traigo mis carteles para al rato ir a apoyar a Mylène e Iván —le comenté a Nath en susurro mientras avanzaba la clase.

—¿Y por qué no fuiste desde ahorita? —me preguntó.

—Porque ya tengo motivación para venir a la escuela y se llama "ya llegué a mi límite de faltas" —respondí—. ¿Y tú?

—Por lo mismo —dijo.

Es que a ver, ¿a quién se le ocurre destruir nuestro parque y talar árboles que nos dan oxígeno natural para construir un edificio que según nos va a dar oxígeno? Ah sí, al Alcalde.