Capítulo 3

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Pasado un mes Bill era todo un experto ya en su trabajo. David pudo comprobar que había hecho un buen negocio al fin y al cabo, el chico se mataba por hacer bien su trabajo y decidió premiarle.

—¿Y qué voy a hacer?—preguntó Bill cruzándose de brazos.

—Es tu tiempo libre, sal y disfruta—contestó David sonriendo—No quiero verte por aquí hasta pasado mañana.

—¿Es que...me estás echando?—preguntó Bill con miedo.

—¡Claro que no!—se apresuró a contestar David—Te he dado dos días libres porque te los mereces Bill, ¿qué hay de malo?

—Que...que no tengo donde ir—murmuró Bill.

David lo sabía y levantando una mano hizo una señal. Al momento apareció un sonriente Andreas y cogiendo las llaves que David le tendía guiñó un ojo a Bill y le tomó del brazo.

—David me ha dado dos días libres también a mi—le explicó por el camino—Me ha pedido que te lleve a Leipzig y nos divirtamos un poco.

Bill se dejó llevar, entró en la camioneta de David y Andreas la puso en marcha.

—No creas que se la presta a todo el mundo—dijo Andreas sonriéndole—Somos los más jóvenes y digamos que siente debilidad por nosotros. Al no tener hijos, se porta como un padre. O al menos para mí, que soy huérfano.... ¿tú tienes familia?

—No, mis padres también murieron—contestó Bill en voz baja.

—Vaya, lo siento—murmuró Andreas.

—Quedé al cargo de mi tío Gordon, pero perdió a las cartas con David y me usaron de moneda de cambio—explicó Bill por encima—Pero no estoy enfadado con David, es lo mejor que me podía haber pasado...

—Y a mi—afirmó Andreas asintiendo con la cabeza—David me recogió de la calle cuando quedé huérfano a los 4 años y me trajo aquí. La señora Kaulitz se apiadó de mí y permitió que viviera dentro de la casa al cargo de una de las doncellas. Pero cuando cumplí los 15...digamos que me echó.

—¿Te echó?—repitió Bill sin entender—¿Por qué?

—Porque me pilló en la cama con su hijo—respondió Andreas para gran sorpresa de Bill—No me echó de sus tierras por consideración a David, el mejor capataz que nunca han tenido. Y porque como Tom no pasa mucho tiempo en casa, pues... En resumen, ten mucho cuidado con Tom cuando venga. No te creas sus palabras, porque serán una mentira tras otra.

Siguieron el resto del camino en silencio, Bill no podía dejar de pensar en cómo iba a actuar cuando tuviera al tal Tom delante. Saber que a lo mejor le miraría con otros ojos, le hacía sentir un miedo espantoso. Él no quería pasar por lo mismo que había pasado Andreas, que le echaran del trabajo sería lo peor que le podía pasar. Sin nada en los bolsillos y sin tener donde vivir, preferiría estar muerto...



Llegaron a Leipzig y Andreas le llevó directamente a un pequeño hostal que había. Conocía a los dueños y enseguida les consiguieron una habitación. Al entrar en ella Bill miró la única cama de la que constaba la estancia y Andreas supo de inmediato qué estaba pensando.

—Tranquilo, que no haremos nada que tú no quieras—bromeó guiñándole un ojo.

—Andreas, yo no...—empezó a decir Bill.

—No pienses que te he traído aquí para eso—se apresuró a contar Andreas entre risas—Yo ya salgo con alguien y esta habitación es para que tú pases la noche.

Please, forgive meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora