Capítulo 11

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El autobús fue puntual y ya era casi de noche cuando llegó a Magdeburgo, nadie sabía que regresaba así que nadie estaba en la estación para recogerle. Cogió su pequeña maleta y con ella de la mano se dirigió a casa de los padres de Georg. Sabía que era tarde para una visita, pero no podía pasar la noche en la calle hasta que llegara una hora más prudente. Estaba muy cansado y hambriento. Y tenía miedo de poner la vida de su hijo en peligro.

Media hora después llamaba a la puerta de la casita de dos plantas en la que vivía Georg y su familia. Esperó conteniendo el aliento hasta que minutos después le abrió la puerta el mismo Georg. Su cara fue todo un poema al verlo, primero pareció no reconocerlo, pero luego esbozó una amplia sonrisa y le abrazó con fuerza.

—¡Bill! ¡Has vuelto!—gritó muy emocionado.

Bill se dejó abrazar algo cortado, hacía mucho tiempo que nadie le daba un abrazo tan efusivo.

—Sabía que un día volverías—dijo Georg soltándolo—Entra, estamos cenando. ¿Tienes hambre?

—Mucha—confesó Bill con timidez.

Georg le cogió la maleta de la mano y le indicó el camino hacia la cocina, donde sus padres se habían puesto en pie al escuchar los emocionados gritos de su hijo.

—¡Bill!—exclamó la señora Listing—¡Qué sorpresa!

—Mamá, se queda a cenar—explicó Georg—Pondré otro plato.

—Claro que si, toma asiento—intervino el señor Listing tras estrecharle la mano.

Así lo hizo Bill, ocupó una silla al lado de Georg y esperó hasta que su madre puso ante él un plato de estofado. Se lo comió de inmediato, últimamente estaba muy hambriento y cansado, y por lo que le explicó la madre de Paul eran síntomas del embarazo.

—¿Estás de visita? ¿Cuántos días te vas a quedar?—preguntó Georg sin poder dejar de sonreír.

—Yo...necesito su ayuda—murmuró Bill dirigiéndose al señor Listing.

—Sabes que sea lo que sea, te ayudaremos—dijo el señor Listing con firmeza.

—Me han echado del trabajo—explicó Bill por encima, demasiado cansado para hablarles esa noche de su embarazo—Hubo un incidente con un ternero y me despidieron hace 2 semanas. No tenía donde quedarme y pensé que...lo mejor sería regresar a casa. Pero de momento no quiero ver a mi tío, tal vez mañana. Si pudiera pasar esta noche en su casa...

Dejó de hablar al ver las caras que ponían los padres de Georg. Algo había pasado y no sabían cómo contárselo.

—¿Qué ha ocurrido?—preguntó en un hilo de voz.

—Bill...no queríamos decírtelo por carta, pero...ha muerto tu tío—explicó la señor Listing—Ocurrió hace 3 días, estaba borracho y se cayó por las escaleras. Ocurrió todo muy deprisa, no se pudo hacer nada para salvarlo.

Bill escuchaba con el corazón encogido, por muy mal que le hubiera tratado no dejaba de ser su tío. Y era la única familia que le quedaba, en esos momentos se sentía más solo de lo que ya lo estaba...

—Puedes quedarte con nosotros todo el tiempo que necesites—dijo el señor Listing—Al ser el único heredero la casa de Gordon Trümper es tuya pero no está en condiciones de ser habitada. Desde tu marcha nadie se ha ocupado de ella y está muy sucia y llena de goteras. Los chicos del pueblo se han entretenido a tirar piedras a las ventanas y ahora mismo parece estar abandonada, nada hace sospechar que hasta hace 3 días allí vivía una persona.

—Pero...se puede arreglar, ¿no?—preguntó Bill con miedo—Podía limpiarla y poner el tejado y las ventanas nuevas, es el único hogar que he conocido y quisiera vivir allí...

Please, forgive meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora