Capítulo 8

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Cuando regresaron David le cogió del brazo y una vez más le encargó trabajar en una de las parcelas más alejadas de la casa. Bill se dirigió a ella con resignación, no sabía cómo iba a poder ver a Tom de nuevo, levantaría muchas sospechas si se acercara a la casa cuando David se lo había prohibido expresamente. Y no quería que nadie supiera que se veía con Tom, no lo entenderían.

Estuvo trabajando casi 2 horas hasta que decidió hacer un pequeño descanso. Buscó un árbol y bajo él se sentó suspirando. Le dolía la espalda, esos días libres apenas había descansado nada, aún se sentía resentido por esa noche de pasión. Sonrió sin poder evitarlo al recordarlo, lo había pasado tan bien...

—¿Soñando despierto?

La voz de Tom le hizo pegar un salto. Se puso en pie sonriendo con timidez al tiempo que se pasaba las manos por los pantalones tratando de limpiarse un poco. Debía tener un aspecto horrible, sentía la cara sudada y el pelo sucio y despeinado.

—He venido a echarte una mano—explicó Tom remangándose.

—¿No tienes otra cosa mejor que hacer?—preguntó Bill sonriendo.

—¿Mejor que pasar la mañana a tu lado? Pues no—contestó Tom guiñándole un ojo—Así terminamos antes y podremos disfrutar del tiempo que nos sobre...

Eso sonaba muy bien, mejor tras el beso que Tom le dio en los labios antes de ponerse manos a la obra. Una vez más Bill terminó mucho antes gracias a la ayuda de Tom y viendo que aún faltaba casi una hora para la comida regresaron al árbol y se tumbaron a descansar. O eso era lo que Bill pensaba...Tom se inclinó sobre él y empezó a besarlo con suavidad.

Bill se dejaba hacer, acomodándose bajo su cuerpo y llevando las manos a su cuello, atrayéndolo para que no se terminase jamás ese dulce beso.

—Te he echado mucho de menos—confesó Tom cuando sus labios se separaron.

—Solo ha sido un día—dijo Bill sonriendo.

—Para mí parece que ha sido un año—susurró Tom besándole en el cuello—Ayer tuve un duro día con mi padre y no sabía cuando podía escapar para verte. Por suerte, mis padres estarán fuera toda la mañana y he podido disfrutar de algo de libertad.

—¿Tan duros son contigo?—preguntó Bill muy interesado.

—Sé que me he portado muy mal con ellos, pero trato de remediarlo aunque ellos no lo crean—estalló Tom sin poderse controlar—Me siguen tratando como si fuera un niño pequeño, creen que pronto me cansaré de portarme bien y volveré a las andadas. Ni siquiera creen a Gustav cuando les habla de todo lo que he logrado.

—¿Gustav?—repitió Bill alzando una ceja.

—Sí, un compañero de clase—explicó Tom besando su cuello—Le debo la vida por así decirlo, una noche me cogí una buena y si no fuera por él habría muerto atropellado. Me recogió de la calle y me hizo ver que había tocado fondo. Gracias a él cambié, y se lo quiero demostrar a mis padres. Y Gustav me está ayudando.

—Debe de ser un buen amigo entonces—murmuró Bill carraspeando.

—¿Estás celoso?—preguntó Tom sin poderse contener.

Bill negó con la cabeza, aunque Tom no se creyó su respuesta. Estaba celoso, y eso le gustaba mucho. Porque demostraba que sentía por él algo muy fuerte.

—No debes estarlo—dijo poniéndose sobre él—Es hetero y yo no le atraigo lo más mínimo. Es un buen amigo, como ya te he dicho.

Bill asintió en silencio dando la conversación por finalizada, no le había gustado que Tom hubiera adivinado lo celoso que estaba por oír lo bien que hablaba de ese amigo. Suspiró y se concentró entonces en lo que estaba pasando. Tom se le había puesto encima y empezado a bajar por su cuerpo. Sentía sus manos luchar con sus pantalones hasta lograr desabrocharlos, y cuando fue consciente del todo de la situación, no pudo ni quiso hacer nada por remediarlo.

Please, forgive meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora