Capítulo 15

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Tom miró a su madre como si no la hubiera oído bien. ¿Preñado? ¿Bill? Y era suyo entonces claro, sino su madre no se hubiera tomado esas "molestias".

—Sabía que el día menos pensado harías algo así—siguió diciendo Simone arrugando la frente—No tienes cabeza para usar las medidas adecuadas para no dejar embarazado a todos con los que te acuestas, ya tenía yo vigilado a Bill y en cuanto le noté los primeros síntomas le eché sin pensármelo dos veces.

—¿Has....has echado a Bill y a...tu propio nieto?—susurró Tom.

—No es mi nieto—dijo Simone con firmeza—No permitiré que una escoria como Bill forme parte de la familia, solo porque lleve un hijo tuyo en su vientre.

—¡Yo le amo!—estalló Tom—Y pienso ir a por él.

—Lo que vas a hacer es regresar a Berlín—dijo Simone con firmeza—Aquí he dicho que te quedabas porque te ibas a casar. Con una chica. Para eso te presenté a Claire.

—Está con Gustav—apuntó Tom—Y yo me voy a buscar a Bill. No le pienso abandonar, se lo prometí.

Dio media vuelta dispuesto a hacer lo que acababa de decir, pero la voz de su madre le hizo detenerse en seco.

—Si sales por esa puerta, no te molestes en volver—siseó Simone poniéndose en pie—Y olvídate de todo, te desheredo. Ya me he cansado de tus caprichos. Vas deshonrando el nombre de la familia acostándote con cualquier ramera que se te cruce por el camino, ya tienes edad para sentar la cabeza.

—No pienso abandonar a Bill ni a mi hijo—dijo Tom con firmeza—Y si no quieres que vuelva, no lo haré. No necesito vuestro dinero, podré sobrevivir si Bill está a mi lado.

Y siguió su camino. Salió de la casa y fue hacia su coche, regalo de su padre del verano pasado. Pero se lo pensó mejor y sacando del maletero su equipaje dejó las llaves puestas y abandonó el vehículo. No quería nada que viniera de sus padres. Por suerte tenía algo de dinero ahorrado que siguiendo los consejos de su padre había invertido y obtenido grandes beneficios, era el dinero que pensaba emplear para labrarse un futuro junto a Bill y su hijo.

Cargó con las maletas y se dirigió al barracón, algunos trabajadores ya se habían acostado y otros fumaban antes de irse. Reconoció a David entre ellos y de nuevo se dirigió hacia él.

—David, necesito que me prestes tu camioneta—le pidió entre jadeos.

—¿Por qué no le olvidas, Tom?—preguntó David, sabiendo que había hablado de Bill con su madre.

—Porque no puedo—contestó Tom en un susurro—¿Sabes dónde está?

—¿No te cansas de hacerle daño?

La fría voz de Andreas le hizo volverse. Estaba a su espalda, apoyado en la puerta del barracón fulminándole con la mirada.

—Es lo que mejor se te da—murmuró resoplando Andreas.

—Me acabo de enterar que mi madre le echó porque estaba embarazado, y pienso ir a por él—explicó Tom tratando de mantener la calma—Le prometí una vida juntos y lo pienso cumplir.

—No te mereces a Bill—dijo Andreas con firmeza—Lo ha pasado muy mal en la vida y tú solo has ayudado a que se sienta peor.

—Andreas, cállate por favor—pidió David—Tom, Bill ha regresado a Magdeburgo. Está viviendo en la que fuera la casa de su tío, la heredó tras su muerte y la ha reformado para darle un hogar a su...a vuestro hijo.

—Gracias David—dijo Tom respirando aliviado—¿Me prestas tu camioneta, por favor?

David asintió de inmediato y le tendió las llaves, ignorando el gruñido que Andreas emitió. Le acompañó hasta donde le tenía aparcado y allí se despidió de Tom.

Please, forgive meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora