Capítulo 9

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Una vez recompuestas sus ropas disfrutaron de la merienda, o más bien Tom vio como Bill lo hacía.

—¡Estabas hambriento!—exclamó sonriendo.

—¡Mucho!—exclamó Bill suspirando—Pero debería cortarme, he engordado. El otro día no me abrochaban ni los pantalones, suerte que gracias a la ropa que nos da tu madre pude encontrar otros que me fueran mejor.

—Sí, ya he reconocido varias de mis prendas—murmuró Tom echándole un vistazo de arriba abajo—Y he de reconocer que te quedan muy bien. ¡Estás muy guapo!

Bill se sonrojó al escucharlo y suspiró mientras seguía comiendo. No lo entendía, había pasado toda la mañana con el estómago revuelto y en esos momentos se moría de hambre. Se comió los 2 sándwiches y media bolsa de bizcochos ante la atenta mirada de Tom, que se conformó con beber un poco de agua.

—Esta noche tengo una cena importante—comentó Tom de repente resoplando—Mañana saco tiempo de donde sea y nos vemos.

—No sé a qué campo me mandará David—dijo Bill con la boca llena.

—Yo me entero, no te preocupes—murmuró Tom.

—Pero no me ayudes con el trabajo—pidió Bill con firmeza—David ya sospecha algo y no quiero que se acerque a ver que hago.

—No lo haré—dijo Tom sonriendo—Trabaja un poco hasta que yo llegue, y luego...puedo volver a llevar la manta para tumbarnos un rato.

Bill asintió sonriendo, no podía negar que se lo había pasado muy bien de nuevo en sus brazos. Suspiró resignado y comiéndose el último bizcocho se puso en pie. No quería que Andreas despertara y preguntándose donde estaba fuera a su encuentro y viera algo que no debía.

Tom también se levantó y lo recogió todo. Le acompañó hasta el río y una vez allí se despidió de él con un profundo beso.

—Nos vemos mañana, amor mío—susurró Tom contra sus labios.

Bill se estremeció al escucharlo, era la primera vez que le llamaba alguien así y viniendo de Tom sonaba muy bonito. Se despidió de él con otro beso y regresó al lado de Andreas, quien ya estaba despierto y le buscaba con la mirada.

—¡Bill! Pensé que te habías vuelto a sentir mal—dijo Andreas preocupado.

—Fui a refrescarme un poco al río—murmuró Bill desviando la mirada.

Se sentó de nuevo bajo el árbol y Andreas lo hizo a su lado. Pasaron el resto de la tarde cuidando del ganado hasta que llegó la hora de cenar. Regresaron al barracón y tras asearse se sentaron en la larga mesa. David se los quedó mirando con gesto serio, y una vez terminaron de cenar se los llevó aparte.

—Ha aparecido un ternero en las tierras del señor Thompson—dijo David yendo directo al grano—¿No se suponía que estabais vigilando el ganado?

Bill y Andreas se miraron sin saber que contestar. Andreas se había quedado profundamente dormido y creía que Bill se había ausentado apenas unos minutos porque se sentía mal. Si el ternero se había escapado en ese momento era solo culpa suya.

—Lo siento mucho David, no volverá a pasar—murmuró Andreas.

—No le hubiera dado más importancia si no llega a ser porque rompió un cercado y entró en la plantación del señor Thompson destrozando algunos sembrados—siguió explicando David—Tuve que ir a recoger el ternero en persona y he tenido que contárselo al seño Kaulitz, sabía que tarde o temprano se iba a enterar y mejor que fuera por mí. Ya le he prometido que dos de nuestros hombres repararán el daño causado.

Please, forgive meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora