05. lluvia, galletas y sherlock holmes

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Will definitivamente no tenía idea de dónde estaba ubicada la casa de Mike. Sabía la calle y el número, lo cual pudiera ser bastante información para alguien que vive en Hawkins desde que nació. La cual es la situación de Will. Pero salir de casa no es exactamente lo que Will hizo mayormente en sus diecisiete años de vida.
Lo cual nos lleva a, Will no sabía que la casa de Mike se encontraba tan lejos de la suya. O al menos eso indica Google Maps.
Y, honestamente, estaría bien el pasar tiempo afuera de casa, y matar dos pájaros de un tiro al caminar hasta la casa de Mike. No es broma el decir que Will está a un paso del sedentarismo. Estaría bien si no fuera por el hecho de que, aunque Will es el tipo de persona que siempre mira el pronóstico del clima antes de ir a cualquier lado, hoy es precisamente el día que olvidó hacerlo. Y como si el universo estuviera en su contra, el día que Will olvida revisar el clima antes de salir es el día que la lluvia decide llegar. Lo único afortunado de la situación es que la lluvia es más parecida a una llovizna que a un aguacero.

Los efectos de haberse quedado despierto hasta medianoche acabando el dibujo para arte resultaron en posponer la alarma para dormir cinco minutos más, lo que resultó en apagar la segunda alarma para dormir otros cinco minutos que resultaron siendo tres horas. Si hubiese ido a la escuela, hubiese ido con Mike hasta su casa cuando terminara el horario escolar, tal como habían acordado por mensaje.

Esa es la razón por la cual, al recibirlo en la puerta, mojado de la cabeza a los pies, con una mochila igualmente empapada en la mano y su teléfono abierto con google maps en la otra, Mike lo mira silenciosamente con una expresión extraña en su cara.

-Byers.

-Hola.

-¿Fuiste a nadar?- es lo que dice luego de unos segundos de silencio.

-Deberías olvidarte de la universidad y dedicarte al humor. Es tu verdadera profesión.

Wheeler sonríe. Quizás sarcásticamente, quizás no. A Will no le importa de todas formas.

-No creí que vendrías.

-¿Puedo pasar?

Se mueve a un lado, dejándolo pasar. Will da un paso hacia adelante, utilizando la alfombra de la entrada para secar sus zapatos.

Durante el camino a la casa de Wheeler, Will se tomó el tiempo para imaginar cómo se vería esta. Dos escenarios posibles llegaron a su cabeza. El primero consistía en algo parecido a un bar gótico, donde hubiesen guitarras eléctricas en cada esquina y posters de bandas de rock ocupando todas las paredes. El segundo escenario era básicamente un hogar de hippies. Paredes verde oscuro, plantas y atrapasueños por todos lados.

Los dos escenarios que la mente de Will creó no se acercaban ni siquiera un poco a la realidad.

Sólo hay una forma de describirlo. Aunque Will dejó de creer en Dios y por ende de ir a la iglesia hace años, cuando se dio cuenta de que en realidad no creía que algún dios existiera (y, en caso de que lo hubiese, probablemente condenaría a Will por ser homosexual), esto es lo más cercano a una iglesia que Will ha visto en años.

Lo primero que se ve al entrar es la sala de estar. Las paredes, de un tono beige claro casi blanco, tienen al menos cuatro imagenes religiosas cada pared. Jesús en la cruz, la virgen María, etcétera.
Un mueble debajo de la televisión parece tener fotografías familiares, algunas biblias y aún más imágenes religiosas.

Wheeler, a su izquierda, tiene los ojos en el piso. Como si se sintiera vulnerable, avergonzado. Will nunca antes lo había visto así.

Las escaleras están a un lado. Mike las señala con la cabeza y comienza a subir sin esperar a Will.

love to hate you - bylerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora