Will solamente ha participado activamente de un baile escolar dos veces en su vida.
Una en noveno grado. Lucas había invitado a Max para que fueran juntos, y ella, extrañamente, aceptó. Claro que Max no podía permitir que Will no los acompañara, por lo que no tuvo opción. Lo mismo sucedió con Dustin. Por suerte, Will había estado equivocado en todo lo que tenía que ver con el baile y las cosas resultaron mejores de lo que había pensado.
La segunda vez fue, al igual que la primera, una decisión tomada enteramente por Max. Fue el año pasado. En esta ocasión, sin embargo, solo bastó con que Max preguntara una vez para que Will aceptara ir. Y no fue malo, Will no la pasó tan mal. Pero ahora, mirando hacia atrás, quizás no había sido tan buena idea ir. Dustin no avisó hasta el momento en el que Will se encontraba en la puerta de entrada en su traje gris claro, que no iría. Lo único que recuerda Will es que contaba los minutos para irse a casa.
Pero se supone que la tercera es la vencida. O al menos ese es el refrán que utiliza la gente con miedo al fracaso (alias, Will) cuando dos intentos fallidos son todo lo que obtienen.
Para que conste, Will no quería ir al baile esta tercera vez.
Max había decidido no ir y por lo tanto, tampoco lo haría Lucas, ni Dustin ni él. No tendría mucho que hacer sin sus mejores amigos presentes.
Pero (porque, por alguna razón, siempre hay un pero) las cosas cambiaron.
Como es de público conocimiento, la cosa favorita de Will Byers para presumir y alardear y todos los sinónimos existentes de la palabra, son sus calificaciones perfectas. Su larga lista de actividades extracurriculares, sus interminables logros académicos y todo lo que hace que sobresalga de los demás.
Esto llegó a los ojos del director de la escuela hace tiempo. Lo cuál, en una gran medida, causó que éste volcara sobre Will una confianza especial que definitivamente no depositaría en ningún otro.
Y Will estaba (y está) encantado al respecto.
El hombre casi hizo que pareciera divertido todo el asunto. Las palabras que utilizó (por ejemplo, al decir que Will sería una especie de espía o infiltrado en el baile de bienvenida) hacían que pareciera una especie de misión secreta más que una tarea u obligación. Will sabía que estaba en todo su derecho de negarse, de decir que tenía otros planes para el viernes, pero no pudo.
Las cosas pasaron demasiado rápido, el director no dejaba de hablar y mencionar cómo Will era la persona perfecta para el trabajo y eso fue lo único que necesitó Will para ganar un poco de coraje y aceptar la oferta.
Es decir. Will va a pasar su noche de viernes controlando que toda la escuela se mantenga sobria y bajo control durante el resto de la noche. Trabajo que realizará, por cierto, sin recibir paga alguna. Completamente gratis. Con el puro objetivo de alimentar su orgullo.
Mientras cruza la puerta de entrada al gimnasio, en pantalones negros y una camisa blanca, se pregunta si es demasiado tarde para rechazar la propuesta y volver a casa.
La idea parece aún más atractiva cuando, en un traje azul oscuro, parado junto a la puerta dentro del gimnasio, con una estúpida sonrisa en su rostro, está Mike Wheeler, con su vista en el reloj de doscientos dólares que lleva en su muñeca, como si no hubiese notado la presencia de Will.
—Ah, hola— dice, indiferente y despreocupadamente mientras sus ojos suben de su muñeca hacia los de Will.
Will no se molesta en devolver el saludo.
Cuando, desorientado, había preguntado al director en qué sector del gimnasio debería quedarse para controlar todo el ambiente, éste había sugerido las gradas. Mientras más alto fuera el lugar, más amplia sería su visión.
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love to hate you - byler
FanfictionWill y Mike llevan cinco años de rivalidad en la escuela, miradas furtivas y lo que ambos siempre creyeron que era algún tipo de odio hacia el otro. La cosa no mejora cuando Will sospecha que su mayor enemigo está saliendo con su hermana. Básicament...