Capítulo 6: Igualdad De oportunidades

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Carlos se quedó unos segundos en silencio hasta que le desapareció la sonrisa de la cara.

-¿Cortarme las venas, pero segundo día y ya quieres que me suicide o cómo va esto? -Preguntó Carlos desconcertado.

-No, no, es que esta bolita esta debe meterse en tu sistema sanguíneo a través de tus venas, más exactos las de tus muñecas. Y para que entre y se mezcle con tu sangre, debes, como te he dicho, cortarte las venas. Tranquilo, solo dolerá por un segundo -explicó Ábracax con una plena sonrisa.

-a ver... Dani y yo siempre hacíamos la broma de cortarnos las venas por estar en Bachillerato... Pero no me imaginaba tener que cumplir nuestro sarcástico sueño -respondió Carlos mirándose las venas de sus muñecas y después al grupo- ¿Algún voluntario que lo haga rápido?

-Lo siento, pero no puedo -respondió Silvain impotente.

-Mi refinada espada no va a cortar las venas de un plebeyo como tú -respondió Silas con una orgullosa expresión.

-¡Vale! -Respondió Victoria invocando su guadaña para, acto seguido, ver como Carlos se apartaba.

-Tú no, gracias, a mí me acabas cortando las manos a este paso -dijo Carlos riendo nervioso.

-Eres hombre. Ni de coña -respondió Leire fríamente cruzada de brazos.

-Feminazi... -Dijo Carlos con un tono irritante para ser respondido por Leire con un gesto fálico- ¿Y tú, Akim?

-A menos de que me manden matar, yo no corto las venas a inocentes, y menos a niños -respondió Akim firmemente.

Ábracax, sonriendo maquiavélicamente, lanzó la esfera oscura al aire para, después, realizar un círculo mágico color azul claro para invocar una bandera arcoiris y colocarla en las muñecas de Carlos.

Akim no lo pensó ni dos segundos antes de coger su machete y cortar las venas de Carlos, las cuales empezaron a derramar grandes cantidades de sangre, y así acabar con aquella bandera, provocando que Carlos lanzara un fuerte grito de dolor mientras la esfera negra se metía por sus venas con agresividad tomando una delgada forma para caber en ellas. No tomó ni un segundo antes de que el sistema sanguíneo de Carlos se cubriera de aquel líquido negro de la esfera, el cual, en el siguiente instante, tapó la herida con un parche viscoso.

-¿¡Qué cojones!?  Aagh... La verdad es que ¿No me duele nada? -Dijo Carlos mirándose las venas a la vez que se tocaba ese líquido viscoso que daba a su sistema sanguíneo. Le hacía cosquillas.

-Qué asquerosidad... -Dijo Akim guardando su machete a su vez que terminó de quemar la bandera arcoíris con un mechero que Victoria poseía.

-Me encanta... Oye, el resto iros a hacer lo que sea, Carlos y yo nos quedaremos por el gran pasillo. -Ábracax realizó un gesto para que el equipo se retirara.

El equipo se quedó en shock. Ninguno de ellos tuvo que realizar tal atrocidad sobre ellos mismos para obtener sus correspondientes poderes.

Finalmente, se fueron de aquella sala.

-Ven conmigo, ¡Vamos a estrenar tu poder! -Dijo Ábracax muy emocionado tomando a Carlos de la mano y arrastrándolo hasta el gran pasillo.

Carlos, al observar con detenimiento el pasillo, observó las pinturas que se extendían a lo largo de este y sus columnas en los que se podía ver a Ábracax en el centro, siendo adorado por miles de personas, animales, seres celestiales y del inframundo en uno de los lados mientras que en el otro se veía al mismo sosteniendo en sus manos los flotantes e infinitos cristales que se extendían hasta el final del pasillo.

Carlos Sánchez y el trozo de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora