Al fin era mañana, llegó el día de la primera matanza de Carlos. Este estaba muy nervioso, no sabía que le iba a decir a los demonios de ahí "perdona, co, pero te voy a matar", encima tener que ver como derraman sangre no sería muy agradable.
Ábracax los llevó por las escaleras de al lado de las sillas acolchadas hasta el piso de arriba, el cual era una zona de ocio con máquinas árcade, billar, bolera y barra libre.
Ábracax siguió subiendo por otras escaleras que había nada más llegar a esta las cuales los llevaron hasta un gran pasillo con columnas y enormes ventanales. En el otro extremo del pasillo había un portón negro que, al ser abierto por Ábracax, un deslumbrante brillo obligó a todos a taparse los ojos.
Al abrir los ojos, Carlos pudo ver lo que había dentro. Era un espacio donde el suelo era color blanco y el sorprendente cielo amarillo claro donde había miles de trozos de cristal relucientes flotando por alrededor.
-Esto, es el cristalero -dijo Ábracax levantando las manos con los brazos abiertos.
—Cristalero es el que limpia los cristales... —Dijo Carlos en lo bajo.
—¿Qué? —Preguntó Ábracax con una sonrisa junto a una penetrante mirada.
—So —respondió Carlos sin pestañear siquiera soltando una pequeña carcajada que nadie siguió—. Perdón, acabo de sonar como un niño de siete. Continúa— .Los demonios miraron a Carlos sorprendidos, nadie había sido tan respondón hacia el jefe en décadas, exceptuando a Victoria en cierta ocasión.
-¡Hahahahaha, me encanta este tío! Bueno, aquí se encuentran los miles de trozos de cristal que llevan a todo tipo de dimensiones, está prohibido viajar sin decirme a donde, porque no es para vigilaros, PARA NADA -dijo Ábracax con una fortísima y amenazante sonrisa hacia Silvain.
Este tragó saliva nervioso, no quería pifiarla otra vez, por lo que le tocaba cuidar de Carlos si quería hacer que le dejaran de desacreditarle por ser francés.
-Se supone que todos lo saben ¿No? -Preguntó Carlos.
-Lo sé, pero algunos parecen que quieren ver su vida arder -respondió Ábracax sonriendo.
Entonces, Ábracax tomó un cristal de lejos atrayéndolo con la mano y lo lanzó al aire con poca fuerza para que este se agrandara y se viera un esplendor futurista proveniente de este.
-Bienvenidos a Cyberwave, aquí hay cuatro demonios, o más exactos, dos parejas a las cuales hay que dejarlas sin descendencia y vida -dijo Ábracax mirando al grupo.
-Pero espera, ¿Por qué tenemos que matarlos? O sea, no sé, mientras no maten a nadie dentro, no creo que pase nada ¿No? -Preguntó Carlos levantando los hombros levemente.
-La estancia de estos superando los tres días en dimensiones que no sean infernales las destruye -dijo Neire mientras jugaba a videojuegos en su móvil.
-Aaah, bueno, ser humano tiene sus ventajas -respondió Carlos con una sonrisa de orgullo.
-Y como última información de la misión, Carlos matará a las mujeres, el resto a los hombres, como alguien de aquí las toque, me enfadaré ¿Vale? -Dijo Ábracax dejándoles pasar apartándose del medio.
-¡No, a las mujeres no! -Exclamó Carlos mientras entraba arrastrado por el militar ruso hasta el otro lado del portal mientras Ábracax se despedía.
Al otro lado del portal, se podían ver grandes edificios iluminados de colores violetas y azules claros, luces neón por doquier, los coches sobrevolando el cielo bajo la luz de la noche... Parecía un sueño ¿Así se vería España en muchos años? El grupo se acercó al porche de un gran edificio para analizar la zona.
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Carlos Sánchez y el trozo de cristal
Fantasy¿Os imagináis si pudieseis viajar entre dimensiones con un trozo de cristal? Pues parece ser que se puede, lo que hará que la vida normal de este anormal adolescente llamado Carlos, se vea perturbada por un grupo de "personas" que van en su búsqueda...