Capítulo 14: Excursión a Zilian

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Ángela se encontraba sentada en el borde de su cama, pasándose la mano por el pelo peinándose mientras observaba por la ventana cómo las nubes sobrevolaban lentamente aquel vasto cielo sin horizonte. La calma que rodeaba la base angelical en la que estaba retenida comenzaba a resultarle insoportable. La incertidumbre sobre el destino de Carlos, las palabras de aquel cura extraño y la constante amenaza de Ábracax pesaban como una losa sobre su mente. Intentaba mantener la compostura, pero sabía que algo no encajaba. Sentía que el tiempo se estaba agotando, aunque no supiera exactamente para qué.

Unos golpes en la puerta de su habitación la sacaron de sus pensamientos. Era Dina, como siempre, con su semblante serio y su lanza en mano.

—El general quiere verte —dijo la guerrera con su voz grave.

Ángela frunció el ceño, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda. ¿Ahora qué? Apenas tuvo tiempo para asimilar toda la información desde su última conversación con Rave. Se levantó y siguió a Dina a regañadientes por los interminables pasillos de la fortaleza, habiendo dejado a su gata durmiendo en su cuarto, hasta llegar a una sala de reuniones iluminada por el brillante sol iluminando el ventanal a la espalda del general. Su máscara y sus seis alas seguían proyectando una sensación de poder que la intimidaba, aunque se esforzaba en no demostrarlo.

—Ángela, debo contarte algo importante que debes saber. —La voz del general resonó en la sala, fría y contundente—. Tu amigo, Daniel Cánter, ha sido enviado con Ábracax y su grupo.

El corazón de Ángela dio un vuelco.

—Es broma, ¿No? —preguntó, su voz se mantuvo firme a pesar de los miles de escenarios que le vinieron en mente.

—Fue necesario. Le colocamos un dispositivo con el que podemos monitorizar a Ábracax más de cerca con la excusa de ser amigo de Carlos. Además, le proporcionamos un sello mágico para que pueda defenderse en caso de peligro.

—Pero Ábracax se habrá dado cuenta... —Ángela no podía creer que aquel "general" enviase a su amigo a morir. Lo conocía desde hace un año pero realmente era un amigo para ella y no pudo creer que iba a morir por culpa de un ángel.

—Le di la instrucción de que dijese que la famosa sacerdotisa de Zilian se lo otorgó. Así ganaremos tiempo. —El general estaba seguro de lo que estaba hablando.

¿La famosa monja de Zilian, Dani con Ábracax,? Ángela no podía creer que alguien con tal rango idease un plan tan inestable. ¿Realmente sabía lo que hacía o incluso lo que decía?, ¿No había alguien más cualificado para eso que su amigo, indefenso? Ángela no podía simplemente callar y darle la razón.

—¿Pero te estás escuchando? Me da igual que Dani pudiese colarse por ser amigo de Carlos. Prácticamente eso tiene más posibilidades de acabar en una muerte segura que en el rescate de Carlos, y ahora debes rescatar a dos personas, ¿Tú acaso eres general? —Ángela dio un paso hacia delante. El general no retrocedió.

—Yo sé lo que hago. Los demonios que quedan con vida están a mi cargo, y no harán daño a tus amigos de ninguna manera. El último demonio que enfrentaron fue arriesgado, pero ya muerto, solo quedan los únicos que sí me obedecerán y matarán a los demonios de Ábracax. Lo que te estoy diciendo ahora es informativo, en ningún momento te di opción a elegir.

Ángela se quedó paralizada, su mente luchando para procesar la gravedad de la situación. Dani estaba atrapado con Ábracax y su grupo, el general puso en peligro a una mujer del mundo donde pertenece Rave en peligro y encima si Carlos fuese hostil él sería asesinado. Todo aquel plan tenía la finalidad de manipular a Ábracax poniendo a otros en peligro. Sentía que el mundo se caía sobre ella. No supo qué decir.

Carlos Sánchez y el trozo de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora