Domingo 6 noviembre.
Gabriel ha traído música a buen volumen en todo el trayecto, sin embargo hay tensión en Azael y Darek. Verán al Sr. Kant, hablarán del pasado luego de tantos problemas, violencia, gritos, confrontaciones, culpa y furia. Hoy arreglarán sus diferencias.
Estoy satisfecha, venir a dialogar es un gran paso al cambio tan anhelado que desean.
Los chicos están vestidos semi formal, yo traigo un bonito vestido azul celeste.
El toque formal va en los tacones.Observo a Darek recostado con la cabeza hacia atrás, ojos cerrados, sosteniendo mi mano.
Acerco mis labios a su oreja.
—¿Estás bien?
—Sí, quiero estar relajado.
—Yo te ayudo —ronroneo acariciando con mi lengua el arete en su lóbulo.
—Estás en tu periodo y tenemos compañía —deja un beso en mis labios —. ¿Me estás castigando? El jueves ya no hicimos nada. Desde entonces has estado indispuesta, ¿me ocultas algo?
—No me he sentido bien... Siento terrible querer devorarte y no poder.
Besa mi frente.—Alina. Yo sería dichoso estando contigo todos los días y cuando no te sientes bien, lo comprendo. El sexo no es una obligación para ninguno —dice en mi oído.
—Pero, tu siempre quieres. ¿Hay alguna ocasión donde no has querido?
—Yo siempre tendré ganas y deseo por ti. Cualquier hora y día.
—¿Y piensas qué yo no? —arqueo la ceja. Sonríe.
—Respeto tu decisión, no te sientes cómoda.
—Gracias.
—No me gusta únicamente tu exterior —besa mi cuello —, aunque sea magnífico. Me gusta quien eres. El ser tan asombroso que eres.
—Gran diferencia de mí. Yo te quiero por tu cuerpo, el buen sexo y arete —sonríe divertido —. Bromeo. Te quiero, Darek —agarra mi mentón, besa mis labios.
Suerte que elegí un labial rosa palo, no uno rojo. Darek termina embarrado de todas partes.
Me coloca sobre su pecho. Lo abrazo como si fuera una niña pequeña, apachurrando a su osito favorito.
—Anoche tuve un sueño —Gabriel suelta un gritito eufórico mientras sigue cantando.
—¿De qué? —vuelvo al tono severo.
—¿No te asustas?
—¿No?
—Era un sueño —recalca —. Yo llegaba del huerto, bajaba al sótano, te veía con una ropa blanca, estabas de espalda dibujando un bosque otoñal. Depositaba un beso en tu coronilla, mis manos descendían hacia el vientre. Tenías un gran estómago.
¿Yo embarazada? Interesante sueño. Como había dicho yo no quiero tener hijos en estos momentos. Y quien sabe que nos depare el futuro, después se verá.
—¿Quieres tener hijos? —interrogo en voz baja muy interesada. ¿Alguna vez ha querido ser papá?
—En este ciclo de mi vida, no. Todavía no estoy preparado para educar a alguien, primero quiero estar bien conmigo. No deseo descargar mis traumas y errores en mi hijo. No sé si me gustaría ser padre —responde Darek.
Me incorporo al ver una gran reja frente a nosotros.
Gabriel detiene el vehículo delante.
ESTÁS LEYENDO
Eternas cicatrices del otoño 2 🍂
Teen FictionLa tragedia hizo acto de presencia destruyendo todo. Algunos salieron del abismo, otros abrieron los ojos y descubrieron esperanza. Nuestra incompleta hermandad continúa lidiando con esos tormentosos demonios, sanar las heridas no será fácil. Intent...