Lunes 1 noviembre.
*Alina Jones.
Estaba confiada que vería a Darek como mi hermano, sentiría un cariño especial y fraternal. Fue absurdo tener ese pensamiento, Darek tiene su lugar en mi corazón, nadie podrá ocupar ese espacio.
Su cabello ha crecido varios centímetros, el ejercicio es bastante notable, luce con mayor musculatura. Ese arete y nuevo tatuaje conmemorando mi memoria, ¡Son impactantes! Debería darme vergüenza seguir tan enfrascada en él. ¿Por qué en lugar de mejorar durante este año no se rapó? No, de cualquier forma lucirá hermoso.
Hablando de cambios físicos, los Verona lucen diferentes, todos se dejaron crecer el cabello, no al grado del greñas locas, menos Vince él sigue tan pulcro como antes. Eso sí, han estado entrenando, se nota.
Presiono el acelerador.
Veo la camioneta estacionada frente al internado. Disminuyo mi velocidad. Enfoco mis ojos en Darek, voltea a verme de inmediato. Agacho la mirada.
Me estaciono.
—Perdón es tarde. Tenía que recoger una cosa —desciendo. Avanzo hacia ellos —. ¿Alguien sabe abrir cerraduras? ¿O nos saltamos la barda? Les aviso que soy buena trepando árboles —camino a las puertas.
Tienen un gran candado junto a una ancha cadena metálica.
—Quisiera verte trepar usando esos jeans —hace un chiflido, enseguida muestra su amplia sonrisa. Arqueo la ceja.
—Gabriel, acabas de enterarte que estoy viva y ya estás coqueteando conmigo, pésimos modales, jovencito —le enseño el dedo de enmedio.
—Tu diste la idea —levanta los hombros como niño bueno.
Rodea mi cuello con su brazo.
Azael se aproxima a la entrada. Introduce un clavo delgado en ella.
—¿En serio puedes abrir así? —no es posible ¿o si? Oigo un sonido. El candado cae al piso. Pestañeo sorprendida —. Necesitas enseñarme a hacer eso.
Empuja esas gigantescas y pesadas puertas. Un aire polvoriento nos recibe. El suelo tiene una gran capa de hojas, unas frescas, otras viejas.
Comenzamos a caminar.
El lugar parece un poco abandonado. Los vidrios de los salones se han cubierto de una capa de polvo. Hay hojas en todos lados. Envolviendo los salones, pasillos, en cada rincón. Las mesas de la cafetería están ocultas entre ellas. Detengo mi escaner en el mostrador donde pedíamos comida. Ahí fue el primer encuentro, donde Darek y yo nos vimos por primera vez.
—¿Les molesta si voy a mi habitación? Quiero recoger algunas cosas, si hay algo.
—Nos reunimos donde siempre —comenta Azael. Ellos empiezan a moverse.
—Ok, nos vemos —siendo discreta me coloco junto a Darek, inclino mi cuerpo en su dirección —. Espérame en tu habitación —murmuro.
Mi cuarto no ha cambiado nada desde el 31 de octubre del 2020 en la madrugada.
Incluso mis pantuflas permanecen en su misma posición.
Significa que mi ropa sigue intacta. Miro el closet, comienzo a sacar toda la ropa, metiéndola en un bolso. Encuentro mi bufanda blanca, esa que use en el dibujo de Darek. Olfateo profundo.
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Eternas cicatrices del otoño 2 🍂
Novela JuvenilLa tragedia hizo acto de presencia destruyendo todo. Algunos salieron del abismo, otros abrieron los ojos y descubrieron esperanza. Nuestra incompleta hermandad continúa lidiando con esos tormentosos demonios, sanar las heridas no será fácil. Intent...