Capítulo 2: John Doe

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No se quiso marchar del hospital hasta que una hora después su madre le confirmara que poco a poco la temperatura del chico iba subiendo. Pero no estaba fuera de peligro del todo, habría que esperar 12 horas por lo menos, y luego hacerle las pruebas necesarias para ver que no sufría males irremediables.

—Yo trataré de averiguar quién es—dijo Tom con firmeza—Regresaré en cuanto me haya puesto mi uniforme y pasado por comisaría, vendré y le tomaré las huellas para meterlas en el ordenador a ver que sale.

—Busca también si han denunciado su desaparición—comentó Simone —Alguien con ese tatuaje y piercings no pasará desapercibido. De momento le ingresaremos con otro nombre solo por el historial.

Tom asintió y tras acordar que le llamarían John, entonces fue cuando salió del hospital. Scotty le esperaba acostado en el porche del hospital, para él no hacía frío alguno pero Tom estaba tiritando tras lo ocurrido. Había recuperado su sudadera y abrigándose con ella regresó a la pequeña casa en la que vivía.

Allí se dio una rápida ducha caliente y tras dejarle a Scotty su desayuno se puso su uniforme y salió de casa. Entró en el coche patrulla que tenía aparcado en la puerta y minutos después llegaba a comisaría. Se hizo un café mientras se encendía el ordenador y luego se pasó varias horas trabajando delante de el.

No había ninguna persona desaparecida que encajara con la descripción de John, ni que llevara un tatuaje como el suyo o piercing alguno.

No lo entendía, sus ropas eran caras y había visto como tenía las uñas. Largas y pintadas, señal de que no le faltaba el dinero. Si alguien con recursos desaparecía, su familia enseguida avisaría a la policía ¿no?

Se estiró y decidió que era hora de regresar al hospital. Tomaría sus huellas y las metería en la base de datos, lo malo es que tardarían varios días en darle algún resultado. Estaban en un pequeño pueblo perdido de la mano de Dios, allí todo iba muy lento.

Apagó el ordenador y cogió el equipo que necesitaría. Varios minutos después estaba ante la cama de John cogiéndole las huellas dactilares sobre un papel. Georg a su lado le iba limpiando las manos y las dejaba con suavidad sobre las mantas.

—Tiene mejor color—comentó Georg—Tu madre le tomó la temperatura hace unos minutos y era de 35.5º. Va a salir de esta.

Tom respiró aliviado. John era muy joven para morir de esa manera, ¿qué le podía haber pasado? Tal vez tuviera problemas familiares y no hubiera hallado otro modo de salir de ellos que suicidándose.

—Debería verle un psiquiatra—murmuró por lo bajo.

—Oh, pues estamos de suerte—dijo Georg sonriendo—Hace unos días se instaló en el pueblo uno junto con su familia.

— ¿Si?—preguntó Tom con interés.

—Sí, vino a presentarse y todo—siguió diciendo Georg—Estuvo hablando con tu madre, tiene una hija pequeña y llevaba unos días resfriada. Él se había adelantado para dejar la casa preparada antes de emprender el viaje con ella.

—Si John trató de suicidarse, convendría que le echara un vistazo—dijo Tom con firmeza.

—Cuando se despierte, de momento solo tiene que recuperarse—apuntó Georg—No queremos que hablar del tema le haga tener una recaída o algo parecido...aunque aún no sabemos que le ha pasado. Que nos lo diga él cuando abra los ojos.

Tom asintió y una vez tomadas las huellas dejó a John en las buenas manos de su amigo, que no se separaba de su cama. Revisaba que la vía no se hubiera salido, que estuviera bien abrigado...le cuidaba con tantos mimos que Tom empezó a sentirse algo celoso...

Sacudió la cabeza y fue al despacho de su madre, donde se tomó su segundo café de esa larga mañana.

—Georg me ha comentado lo del nuevo psiquiatra—empezó a decir Tom.

—Se llama David Jost, ya pensaba llamarle más adelante—dijo Simone asintiendo.

— ¿También crees que John trató de suicidarse?—preguntó Tom carraspeando.

—De momento no se me ocurre otra opción—contestó Simone —Ya has visto su cara ropa y lo bien cuidadas que lleva las manos. Además, estamos a finales de otoño y a nadie se le ocurre salir sin cazadora a la calle y mucho menos a la playa a darse un baño.

—Lo sé, lo sé...—murmuró Tom resoplando.

—Mira, sé que John te ha caído muy bien pero debes aceptar que cabe esa posibilidad—dijo Simone adoptando un tono profesional— ¿Qué debe tener? Unos 24 años como mucho, a esa edad se tiene aún la cabeza llena de pájaros y a la menor que te sale mal muchos toman la salida equivocada.

Tom asintió en silencio, pero aun así le gustaría pensar que con Jon era distinto. Le había dado esa impresión cuando le tuvo entre sus brazos, le vio un ser frágil con pinta de necesitar ayuda desesperadamente.

Y él pensaba ofrecérsela si estaba en sus manos...



Se despidió de su madre y ésta le acompañó hasta la puerta, viendo con sorpresa quien entraba por ella.

—Tom, él es el doctor Jost—presentó Simone.

—David, encantado—dijo David Jost tendiéndole la mano.

—Tom—se presentó Tom a su vez.

—Vienes en un buen momento—empezó a explicar Simone —Tom encontró esta mañana un chico en la playa que creemos se intentó suicidar. Ahora mismo está descansando pero me gustaría que hablaras con él cuando se haya despertado, además creemos que tiene amnesia.

—Claro, si puedo ayudar en algo lo haré encantado—dijo David asintiendo—He venido con mi mujer y la pequeña Megan para que la eches un vistazo.

Se volvió y señaló la puerta, donde una mujer rubia de unos 29 años sostenía en brazos a un bebé bien abrigado. Enseguida se reunió con su marido y éste la presentó.

—Ella es Natalie, mi mujer—presentó David—Ellos son la doctora Simone Kaulitz y el agente Tom...

—Kaulitz también—apuntó Tom— ¿Y esta jovencita quién es?

—Megan—presentó Natalie sonriendo—Está algo acatarrada y hoy es su segundo día sin fiebre.

—Enseguida le echo un vistazo y le abrimos un historial—dijo Simone señalando su despacho—Tom, ven esta tarde y hablamos de John.

Tom asintió y se despidió dejándolos a solas.

—Ese tal John, ¿es ese chico del que me habéis hablado?—preguntó David muy interesado.

—Bueno, no sabemos cuál es su verdadero nombre—explicó Simone suspirando—Le hemos puesto John para poder llamarlo de alguna manera.

— ¿Qué le ha provocado la amnesia?—preguntó David.

—Estuvo en el mar y con estas temperaturas...cuando Tom el encontró tenía hipotermia y eso es lo que le ha causado la amnesia—explicó Simone.

—Pobre chico—intervino Natalie mirando a su marido.

—Si...pobre...—murmuró David carraspeando.

Simone asintió y les dejó pasar primero a su despacho, donde examinó a Megan ante de sus padres, que se miraban entre ellos con la preocupación reflejada en sus caras...

Take me homeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora